El beisbol ha llegado al Vaticano. Con la elección del cardenal Robert Francis Prevost como Papa León XIV, el nuevo pontífice trae consigo una pasión poco habitual en la Santa Sede: es fanático del beisbol y seguidor de los Medias Blancas de Chicago.
A diferencia de su antecesor, el Papa Francisco, quien durante más de una década dejó en claro su afición por el futbol y por San Lorenzo de Almagro, el club que fue campeón de la Copa Libertadores en 2014 durante su pontificado.
La inclinación deportiva de Francisco coincidió con una época dorada para su país y su club. San Lorenzo vivió años de gloria y la selección de Argentina llegó a la final del Mundial Brasil 2014, en la que cayó ante Alemania, país del entonces papa emérito Benedicto XVI. Años después, en Qatar 2022, Argentina se coronó campeona del mundo con Lionel Messi como figura, consolidando un pontificado en el que el futbol argentino volvió a lo más alto.
León XIV, por su parte, carga con un historial distinto. Su equipo, los White Sox, viene de una de las peores temporadas en la historia reciente de las Grandes Ligas. En 2024, la novena del sur de Chicago terminó con marca de 41 ganados y 121 perdidos, la peor marca en la historia de todos los tiempos en Grandes Ligas. El reto deportivo del nuevo Papa, al menos como aficionado, parece mayor.
La confirmación de esta afición no vino del Vaticano, sino desde su propia familia. En entrevista con la televisora WGN de Chicago, John Prevost, hermano del nuevo Papa, despejó cualquier duda: “Nunca fue fan de los Cubs, eso no sé de dónde salió. Siempre fue fan de los Sox. Nuestra madre era de los Cubs, nuestro padre era de los Cardenales, y él terminó apoyando a los Medias Blancas. No sé de dónde lo sacó, pero era el único”, contó entre risas.
Robert Francis Prevost nació en Chicago en 1955 y es profundamente identificado con su ciudad natal. Aunque en su juventud estudió y vivió en lugares como Perú y Roma, su vínculo con Chicago se mantuvo, incluida su afición por los White Sox, equipo con raíces en el lado sur de la ciudad y rival histórico de los Cubs del norte.
Ahora, con un nuevo Papa que lleva el nombre de un beisbolista (al menos en espíritu), los Medias Blancas podrían ver en el cielo una señal de esperanza. Y aunque el Vaticano no tiene aún una novena propia, el diamante ya tiene un nuevo representante en lo más alto.
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