Donald Trump volvió a poner a México en la mira, esta vez acusándolo de “robar” el agua que le corresponde a Texas según el Tratado de Aguas de 1944. En un nuevo capítulo de tensiones, el presidente de Estados Unidos advirtió que impondrá aranceles e incluso sanciones si México no entrega la cuota acordada del Río Bravo. Pero desde el lado mexicano, el mensaje es claro: la sequía ha complicado las cosas, y ya hay una propuesta sobre la mesa para negociar.
Un conflicto que se calienta
En un mensaje en su red social Truth Social, Trump no se guardó nada: “México LE DEBE a Texas 1.3 millones de acres-pies (1,603 millones de metros cúbicos) de agua según el Tratado de Aguas, pero lamentablemente México está violando su obligación bajo el Tratado”. Según él, esta situación está golpeando duro a los agricultores del sur de Texas, al punto de que “el año pasado, el único ingenio azucarero de Texas CERRÓ” por la falta de agua.
El presidente también recordó que, en marzo, su gobierno tomó una medida sin precedentes al negar una solicitud mexicana para abrir un canal del Río Colorado hacia Tijuana, como represalia por los retrasos en las entregas del Río Bravo. “Seguiremos intensificando las consecuencias (contra el Gobierno de México), incluyendo aranceles y, tal vez, incluso sanciones, hasta que México cumpla con el Tratado y le dé a Texas el agua que se le debe”, afirmó Trump.
¿Qué dice el tratado y dónde estamos parados?
El Tratado de Aguas de 1944 establece que México debe entregar 2,158 millones de metros cúbicos de agua del Río Bravo cada cinco años a Estados Unidos, mientras que a cambio, México recibe agua del Río Colorado. Pero según la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), al 8 de abril, México solo había entregado 614 millones de metros cúbicos, apenas el 28.5% de la cuota para el ciclo que termina en octubre de 2025.
El problema no es nuevo. México ha enfrentado dificultades para cumplir con estas entregas desde hace años, en gran parte por sequías severas. De hecho, el conflicto ya generó roces diplomáticos en el pasado, como durante el gobierno de Vicente Fox, cuando una visita presidencial a Texas se canceló por este mismo tema.
La sequía, el gran obstáculo
Desde México, la respuesta no se hizo esperar. La presidenta Claudia Sheinbaum salió a aclarar que el país está haciendo lo posible en un contexto complicado: “Han sido tres años de sequía y, en la medida de la disponibilidad de agua, México ha estado cumpliendo”. Aseguró que el miércoles se envió una “propuesta integral” al Departamento de Estado de EE.UU. para atender el envío de agua a Texas, con acciones a corto plazo. “Estoy segura que, como en otros temas, se llegará a un acuerdo”, añadió.
Sheinbaum también pidió al canciller y a los secretarios de Agricultura y Medio Ambiente acelerar las negociaciones con sus contrapartes estadounidenses. Mientras tanto, expertos como José Luis Luege, exdirector de la Comisión Nacional del Agua, respaldan la postura mexicana: “Como en el tema de aranceles @POTUS está mal informado sobre el Tratado de aguas. La sequía del 2023 mantiene las presas en Chihuahua abajo de 40%. No tenemos agua suficiente”.
Un eco de reclamos en Texas
Las palabras de Trump no vienen solas. El senador texano Ted Cruz ha sido uno de los más vocales en exigir que México cumpla con el tratado, aplaudiendo en marzo la decisión de bloquear el agua a Tijuana. Para muchos en Texas, la falta de agua es una crisis que amenaza la agricultura y los empleos locales, y las acusaciones de incumplimiento mexicano han ganado fuerza.
Sin embargo, México insiste en que la sequía no es una excusa, sino una realidad. Las presas en Chihuahua, clave para las entregas del Río Bravo, están al 40% de su capacidad, y el tratado permite negociar entregas diferidas al próximo ciclo (2025-2030) en casos como este.
¿Hacia dónde va esto?
Con Trump subiendo el tono y México apostando por la negociación, el conflicto por el agua del Río Bravo está lejos de resolverse. La propuesta mexicana está sobre la mesa, pero la presión de aranceles y sanciones pone a prueba la relación bilateral. Por ahora, Sheinbaum confía en un acuerdo, pero en un año de sequías y tensiones, encontrar un punto medio no será tarea fácil
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