Después de la misa exequial de Francisco en El Vaticano, continuó el cortejo fúnebre, con un recorrido de seis kilómetros entre la Basílica de San Pedro y la de Santa María la Mayor en Roma, donde el ataúd con los restos mortales del Papa fue trasladado en un automóvil que fue donado por el gobierno de México al Vaticano.
El vehículo fue entregado a la Santa Sede con motivo de los 25 años de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, el cual fue empleado ayer para trasladar los restos mortales de Jorge Mario Bergoglio.
Se trata de una camioneta Dodge Ram color blanco que utilizó Francisco en su viaje a México de 2016 y que las autoridades mexicanas donaron a la Santa Sede como agradecimiento, explicó un portavoz de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El todoterreno blanco, parcialmente descapotable, pasó frente a lugares emblemáticos como el Coliseo Romano y los Foros Imperiales donde miles de personas contemplaron el paso del cortejo fúnebre.
El traslado del cuerpo del Pontífice se dio a paso solemne en un trayecto cargado de simbolismo, donde una multitud procedente de todos los confines del mundo abarrotó tanto la plaza de San Pedro como la Vía de la Conciliación, que une al Vaticano con Roma para dar el último adiós al jesuita.
La ruta del cortejo fúnebre siguió parcialmente el trazado de la antigua Via Papalis, la procesión que hacían antiguamente los pontífices tras ser designados entre San Pedro del Vaticano y la basílica de San Juan de Letrán, catedral de la diócesis de Roma.
El traslado del ataúd, en vehículo abierto, permitió a los fieles ver el féretro, que pasó frente a la Puerta del Perugino, al mediodía.
Tras recorrer lentamente los cerca de seis kilómetros que separan ambas basílicas, el vehículo que transportó el ataúd del Papa ascendió por la vía Cavour hasta la entrada principal, donde fue recibido por el cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de Santa María La Mayor.
El féretro del Papa Francisco llegó a la Basílica de Santa María La Mayor alrededor de las 13:00 horas locales, para ser inhumado y en el trayecto se pudieron escuchar los aplausos, vítores y ver las pancartas en las que podía leerse “Grazie” (Gracias).
El ataúd con los restos mortales del Papa fue recibido no sólo por las autoridades eclesiásticas, sino también por un grupo de personas en situación de pobreza, quienes hicieron patente la despedida de miles de fieles que sintieron la misericordia a través del pontificado de Francisco.
Unas 250 mil personas contemplaron el paso del féretro del papa Francisco por las calles de Roma, anunció el Vaticano, aunque algunas agencias internacionales reportaron hasta 400 mil asistentes.
“Soy católico, pero no practicante, y me sentí representado por el papa Francisco más allá de ser argentino, por todo lo que hizo”, comentó Diego Borigen, un informático de Argentina, de 33 años, de vacaciones en Roma.
El fervor popular por el jesuita argentino llevó a que muchos fieles llegaran de madrugada para asegurarse un buen puesto en el funeral.
Entre el público también se encontraba el australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acompañado de su familia para expresar su “gratitud” por el “apoyo de Francisco durante su persecución”, publicó su mujer, Stella, en la red social X.
El australiano y su familia se mezclaron con la multitud cerca de la parte superior de la Vía de la Conciliación, la amplia avenida que conduce a la Plaza de San Pedro, que estaba llena para el funeral.
“Nuestros hijos y yo tuvimos el honor de reunirnos con el papa Francisco en junio de 2023 para hablar de la manera en que podíamos liberar a Julian de la prisión de Belmarsh, (en Londres)”, agregó Stella Assange. “Francisco le escribió a Julian e incluso le ofreció concederle asilo en el Vaticano”, añadió. El fundador de Wikileaks fue liberado en 2024.
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