El Papa Francisco, quien falleció este lunes a los 88 años, dejó una huella imborrable en su última aparición pública durante la Pascua. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, con una voz frágil pero llena de cariño, deseó una “feliz Pascua” a los fieles reunidos en el Vaticano. Su mensaje, cargado de humanidad, resonó en un mundo que ahora lo despide con gratitud.
Una Pascua marcada por la fortaleza del Papa
Pese a su delicado estado de salud, el Papa Francisco apareció en silla de ruedas para la bendición Urbi et Orbi poco después de las 12:00. Sin la cánula de oxígeno que lo acompañó en meses recientes, pero con la voz debilitada, confió la lectura de su mensaje a un colaborador. En él, abordó los conflictos globales con la claridad que lo caracterizó: denunció “la dramática e indigna crisis humanitaria” en Gaza, pidió un cese al fuego y expresó su preocupación por “el creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo”.
La Plaza de San Pedro, adornada con miles de flores holandesas, fue el escenario de una misa de Pascua presidida por el cardenal italiano Angelo Comastri. Por primera vez, Francisco no participó en la mayoría de las celebraciones de Semana Santa, una señal de su frágil salud, pero su presencia en el balcón fue un gesto de amor hacia los fieles.
Un encuentro con JD Vance en Semana Santa
Días antes de su última Pascua, el Papa recibió al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en un encuentro privado de pocos minutos. La reunión, que tuvo lugar dos meses después de que Francisco criticara la política migratoria de Donald Trump, destacó por su tono diplomático. Vance compartió su gratitud en X: “Fue un honor reunirme con el papa Francisco, la primera ministra Meloni y funcionarios de la Iglesia en Italia. Visitar Roma con mi familia durante Semana Santa fue una experiencia increíble”.
El adiós a un Papa humano y comprometido
El Papa Francisco, el jesuita argentino que conquistó al mundo con su sencillez, deja un legado de defensa de los más vulnerables, la paz y la lucha contra las desigualdades. Su última Pascua fue un reflejo de su vida: un esfuerzo por estar cerca de los demás, incluso en sus momentos más difíciles. Mientras el mundo llora su partida, su mensaje de esperanza sigue vivo en los corazones de millones.
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