El pasado 7 de abril se celebró el 77 aniversario del Día Mundial de la Salud (OMS). Fecha en que también fue fundada la Organización Mundial de la Salud.
La celebración de este año tiene como contexto la tormenta de la guerra comercial arancelaria desatada Donald Trump, con la cual que se incrementará el costo de todo tipo de insumos para la salud que, aunque afecta a todas las naciones, impactará especialmente la economía y la salud de los países dependientes que, son la mayoría en el mundo.
Esto se suma al efecto sanitario que tendrá la orden ejecutiva de Trump, para retirar a EEUU como integrante de la OMS, lo que implica la suspensión de su millonaria aportación de 1284 millones de dólares a las finanzas de ese organismo, y que la constituyen como el principal contribuyente. Además, también canceló la ayuda humanitaria para países con rezago en su desarrollo que daba a través de su agencia USAID.
La Organización de las Naciones Unidas, elige para cada año del Dia Mundial de la salud, un tema para concienciar al mundo sobre problemas sanitarios críticos a fin de movilizar esfuerzos colectivos para mitigarlos o eliminarlos.
El tema de este año 2025, está enfocado en la salud de las madres y los recién nacidos, bajo el lema “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”. Con él se convoca el esfuerzo de los gobiernos, comunidades y personas para establecer y fortalecer las acciones que eliminen las muertes maternas y de recién nacidos, que seas prevenibles.
El gobierno de México y el de Tamaulipas, están realizando lo propio para acelerar el logro de esta meta que, resume si somos o no un país que está saliendo del subdesarrollo y si el sistema y política pública en salud, está o no cumpliendo con los mexicanos.
Pero más allá de los exhortos mundiales y los lemas promocionales, este día es también propicio para hacer un alto y reflexionar seriamente sin en lo personal estamos valorando lo que significa la salud para nuestras vidas cotidianas.
Siempre que expresamos nuestros mejores deseos para nosotros o para otras personas que estimamos, generalmente incluimos en primer lugar a la salud.
Pero cuando nos despertamos, iniciamos y planeamos nuestro día, lo que ocupa nuestros primeros propósitos y actividades, no es realizar un poco de relajamiento y de ejercicio, sino tareas de trabajo y otros pendientes que nos ponen en segundo o tercer lugar. Solo cuando nos sentimos enfermos o tememos estarlo, programamos hacer algo por nuestra salud que, habitualmente es automedicarnos.
Igual sucede a nivel familiar con la distribución del gasto de nuestro presupuesto, del cual según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en Hogares que realiza cada año el INEGI, se destina de un 30 al 50% en alimentos y solo de un 3.4% a salud.
Pero las familias que tienen enfermos en casa, según INEGI incurren en un gasto de bolsillo en salud (el que se carga a sus ingresos particulares) hasta de un 50% de su ingreso, muy superior al promedio nacional del 10%.
En esa situación para una familia, la urgencia de cubrir otras necesidades como las de transporte, para de renta, educación, pago de servicios, desplaza los gastos para contratar un seguro médico, realizarse un chequeo de rutina, comprar complementos nutricionales, pagar la inscripción a un gimnasio o gastar para un paseo de ejercicio y esparcimiento.
Cubrir el déficit de bienestar por no poder realizar todo lo que nos ilusiona, se cubre con algún bocadillo de comida chatarra, una gaseosa y largas frente a la televisión y recorridos sin fin, por las redes sociales.
Según la encuestadora Kantar WorldPanel, hasta el 30% del presupuesto de las familias mexicanas, se destina en comidas chatarra y bebidas endulzadas
Igual sucede a nivel poblacional nacional. Según el INEGI, aunque el gasto total (público y privado) en salud como porcentaje del Producto Interno Bruto en 2023 fue del 5.1%%, la inversión pública fue del 2.2%. En el 2024 ascendió al 2.5%.
En resumen, está bien claro que la salud es una prioridad mundial y nacional. Pero darle las respuestas jurídicas, políticas, sociales y sobre todo financieras que, estén a la altura de este alto reto, cruza por derribar las viejas barreras de desigualdad, inequidad y pobreza que caracteriza al orden mundial imperante.
El cambio de era en que estamos inmersos, está agregando nuevas y complejas dificultades de todo tipo que, desafían la voluntad, capacidad y liderazgo de los altos tomadores de decisiones sobre desarrollo, salud y bienestar integral.
Aunque, la solución de la mayoría de los más importantes problemas sanitarios globales y nacionales, están fuera de nuestro alcance como ciudadanos y familias comunes, hay algo que sí podemos hacer para colaborar y ayudarnos a nosotros mismos a mejorar y cuidar el bien más preciado de nuestra vida, la salud:
Erradicar de nuestra dieta la comida chatarra y las gaseosas, activarnos físicamente, armonizar nuestras relaciones interpersonales, evitar sustancias adictivas dañinas como el tabaco, el alcohol o drogas, y darle a nuestro cuerpo y nuestra mente la paz y el esparcimiento que se merecen.
Salud para todas y todos en esta celebración.
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