Quiero contar que, en los primeros días de diciembre del 2000, recibí en la Comisión Estatal de Agua Potable y Alcantarillado de Ciudad Victoria, Tamaulipas, de manos del ingeniero Rafael Sampayo Ortiz, su director general, el nombramiento como titular de la Junta de Administración, Operación y Mantenimiento de Tula (TAM).
La JAOM TULA proveía de Agua Potable y Drenaje al Sistema Urbano que suministraban de fluido, a 3,956 usuarios en ese entonces y alrededor de 17 mil habitantes de la cabecera y a 30 comunidades rurales, que integraban “3 Sistemas Rurales Múltiples de Agua”.
Durante los primeros meses del 2001, era un suplicio atender las fallas del sistema de agua urbano, realizar las conexiones domiciliarias por concepto de contratos de agua y alcantarillado, además de que los trabajadores del “organismo operador” andaban a pie y cuando se trataba de alguna comunidad, iban en mi auto.
La estructura de la JAOM Tula se componía de una Gerencia Técnica, Gerencia Administrativa y Gerencia Comercial y de 16 hombres que cumplían funciones de bomberos, fontaneros y lecturistas y de 4 féminas, que efectuaban, los trámites oficiales en la oficina ubicada por la calle Lerdo de Tejada de la zona centro.
Un día el joven Lupe Moreno quien trabajaba en JAOM, dijo “desde hace tiempo en el almacén cercano al río Tula hay una camioneta Dodge RAM 1996 “yonkeada” y en esos instantes manejé mi auto hasta dicho lote, viendo el arruinado vehículo y no sabía si el comentario era bien intencionado o, todo lo contrario.
Al día siguiente, Lupe compró una batería y llegó en la RAM frente a la oficina de la JAOM y sentí “como cuando un hijo malo regresa a casa” (en relación a la troca) y en donde el efecto Pigmalión no genera resultados, empero eran más grandes las tribulaciones de los trabajadores, dado que “no cumplían con la chamba”.
Un lunes le pedí al licenciado Francisco Márquez Arriaga, encargado de Cultura del Agua, que manejará la camioneta hasta Ocampo y de ahí a Ciudad Mante, por supuesto que yo iba en mi vehículo en caravana, hasta que ingresó cerca del mediodía a la agencia DODGE, de la avenida Enrique Cárdenas González.
En eso salió el gerente de Mantenimiento, con Manuales de servicio en mano, con cara de fuchi y comprendí que no era el sitio indicado y sin más llevé la unidad color gris al taller de hojalatería “El Hermano” de la salida a Tampico y como alguien iluminado señaló, “les cobro 15 mil pesos por la pintada y en tres meses vienen”.
Dicho vehículo resurgió en Tula, como el Ave Fénix, como un alma blanca, además con el tiempo se le reparó la máquina, se le dotó de gas y se le instaló un equipo de radio-móvil, cuyo alcance tenía de 40 kilómetros, por lo que los trabajadores se comunicaban, desde los ejidos cercanos a la carretera a Victoria a “la base”.
Como anécdota, les cuento que en los festejos del 270 Aniversario de la fundación de Santa Bárbara (19-05-1749) hoy Ciudad Ocampo (TAM), que encabezó el edil Chuy Ávalos Puente en 2019, el ayuntamiento lanzó una convocatoria al pueblo, para que las familias, donaran bancas de granito a la plaza José de Escandón.
A la maestra Irma Cedillo le tocó coordinar la idea, logrando colocar más de 90, que estarían al servicio de los visitantes, quienes disfrutarán del verdor y frescor de las ceibas de Ocampo, dándole un sentido de identidad y pertenencia, además de fomentar el turismo, como una alternativa de generación de riqueza.
Citó Robin Sharma, en el libro “El líder que no tenía cargo”, “para convertirte en una persona de excelencia, no necesitas de un membrete importante o para generar un cambio; sí un vecino te cae gordo, salúdalo; sí vas por la calle, no tires basura y se generoso con los más humildes”; decía mi madre Irma Cedillo, “deja tu huella”.
Facebook: olimpobaezcedillo Twitter: @guiadelbien
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