En una noche cargada de tensión y simbolismo en la AFC Champions League, el Al-Nassr de Arabia Saudita quedó eliminado en semifinales tras caer 2-3 frente al Kawasaki Frontale japonés, en un partido que dejó a Cristiano Ronaldo abrazado por la frustración.
El astro portugués, llamado a cambiar la historia del futbol asiático con su sola presencia, falló tres ocasiones claras en el tiempo de compensación y vio esfumarse la última oportunidad de acceder a la gran final continental.
El conjunto saudí llegó a este duelo con el favoritismo de su lado. No solo por su nómina repleta de figuras internacionales, sino también por el aliento de una afición que colmó las tribunas con la esperanza de una gesta. Pero el equipo nipón fue todo lo contrario al papel de víctima: serio, ordenado y letal en los momentos clave.
Tatsuya Itō abrió el marcador apenas al minuto 10, y Yuto Ozeki dobló la ventaja al 41’, aprovechando los errores defensivos de un Al-Nassr que jamás logró asentarse del todo.
El tanto de Sadio Mané al 28’ dio algo de vida al cuadro saudí antes del descanso, pero la ilusión terminó de resquebrajarse al 76’ con el gol de Akihiro Ienaga, que firmó una obra colectiva de alta precisión. Ayman Yahya acortó distancias al 87’ y encendió la esperanza en los minutos finales.
Y fue entonces cuando todo giró en torno a un solo hombre: Cristiano Ronaldo. El portugués, con la mirada ardiente y el instinto intacto, tuvo tres oportunidades clarísimas en el añadido. Un tiro libre y un remate de derecha que fueron contenidos por el portero y un mano a mano que arquero japonés desvió con la punta de los dedos a tiro de esquina sellaron su noche más amarga en el futbol asiático.
El silbatazo final desató la algarabía del Kawasaki, que alcanza una final histórica y pone al futbol japonés en lo más alto del continente. Del otro lado, Cristiano cayó de rodillas al césped, con el gesto congelado de quien ha dado todo sin recibir la recompensa.
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