Harvard no solo es una de las universidades más prestigiosas del mundo, también es la más rica. Cuenta con un fondo patrimonial —conocido como endowment— que alcanza los 53 mil millones de dólares, más que el Producto Interno Bruto de más de 120 países, incluyendo Islandia, Bolivia y Honduras.
Este respaldo financiero ha sido clave para mantener su independencia frente a presiones políticas. Recientemente, el presidente Donald Trump anunció la congelación de 2.200 millones de dólares en fondos federales destinados a Harvard, tras desacuerdos sobre políticas internas de la institución.
El mandatario exigía cambios en temas de contratación, admisión y enseñanza, argumentando un combate contra el antisemitismo. La respuesta de Harvard fue clara. Su presidente, Alan Garber, expresó:
“Ningún gobierno, sin importar el partido que esté en el poder, debe dictar lo que pueden enseñar las universidades privadas”.
Además del recorte, Trump amenazó con quitarle a la universidad su estatus de exención fiscal. Solo en 2023, ese beneficio significó un ahorro de 158 millones de dólares en impuestos sobre propiedades, según Bloomberg.
Las tensiones aumentaron cuando el Departamento de Seguridad Nacional advirtió a Harvard que podría retirarle el permiso para aceptar estudiantes extranjeros —quienes representan más del 27 % del alumnado— si no se presenta un informe sobre supuestas “actividades ilegales y violentas” en su comunidad estudiantil.
Este conflicto, según expertos, forma parte de una ofensiva más amplia del gobierno contra universidades consideradas como bastiones de pensamiento progresista.
Desde 2023, las protestas pro palestinas en los campus universitarios han sido constantes, lo que generó denuncias de estudiantes judíos sobre inseguridad. Harvard respondió suspendiendo algunos programas señalados de sesgo antiisraelí y resolviendo dos demandas por antisemitismo, aunque sin aceptar culpabilidad. Aun así, ha rechazado cualquier injerencia del gobierno sobre su autonomía.
Pero ¿cómo logró Harvard este nivel de estabilidad financiera?
Su patrimonio se ha construido durante siglos con donaciones, inversiones y una gestión cuidadosa. “No ocurrió de la noche a la mañana, es un proceso largo. Harvard existe desde hace casi 350 años”, explica Steven Bloom, del Consejo Estadounidense sobre la Educación.
El endowment funciona como un fondo mutual, compuesto por muchos subfondos que tienen usos específicos definidos por los donantes. En 2024, generó un rendimiento del 9.6 %. Sin embargo, más del 80 % de ese capital solo puede usarse en proyectos definidos: becas, cátedras, investigación médica y ayuda financiera, entre otros.
“Mucha gente malinterpreta lo que es un endowment. Piensan que es como una cuenta corriente, pero en realidad no puedes sacar una tarjeta de débito e ir a retirar dinero para cualquier propósito”, aclara Bloom. Añade que Harvard podría enfrentar demandas si gasta esos fondos fuera de los términos establecidos por los donantes.
Entonces, ¿puede Harvard resistir el recorte de 2.200 millones?
Bloom indica que el uso del endowment está legalmente limitado, generalmente a no más del 5 % anual. Esto significa que la universidad necesitaría un fondo no restringido de 40 mil millones de dólares solo para cubrir los fondos retirados por el gobierno.
Aun así, Harvard cuenta con 61 mil millones de dólares en activos líquidos e inversiones, además de un superávit de 45 millones y una línea de crédito rotativa de 1.500 millones de dólares. Esto le da margen para enfrentar presiones sin comprometer su operación inmediata.
Pero si las amenazas se amplían y Harvard pierde la exención fiscal, el panorama podría complicarse.
También ha surgido la pregunta de por qué una universidad tan rica recibe fondos públicos. Aunque la matrícula supera los 79 mil dólares al año, Harvard ofrece educación gratuita o muy reducida a estudiantes de familias con ingresos bajos o medios. En 2023, destinó más de 850 millones de dólares a ayudas financieras, financiadas en parte con su patrimonio.
Así, mientras el conflicto con el gobierno federal continúa, Harvard parece estar preparada para resistir. Pero las tensiones siguen creciendo, y el desenlace aún está por verse.
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