Estimado hermano, este sexto domingo del tiempo ordinario (Ciclo C), la Palabra de Dios nos habla con el Libro del Profeta Jeremías (Jer 17,5-8); el Salmo 1 (Dichoso el hombre que confía en el Señor); la primera Carta de san Pablo a los Corintios (1 Cor 15,12.16-20); y el Evangelio de san Lucas (Lc 6,17.20-26). El tema central: las Bienaventuranzas constituyen el programa nuclear del Reino de Dios.
Deseo compartir esta reflexión en tres pequeños apartados:
El contexto: Las Bienaventuranzas Lucanas. Con las Bienaventuranzas, Lucas inicia el llamado “sermón del llano” (Lc 6,17-49). A diferencia de Mateo “sermón del monte” (Mt. 5-7), Lucas lo pone en una llanura porque su interés es situar a Jesús en la base, es decir, junto a la comunidad, al lado del gentío, entre el pueblo.
Jesús se encuentra con una gran multitud que ha venido a escucharle, y a experimentar “físicamente” su salvación. Entre la multitud destacan enfermos, poseídos, gente semipagana, a quienes, tras curarlos, les anuncia su gran mensaje: “Alégrense, porque el Reino de Dios, les pertenece.”
Así, Lucas nos quiere dejar muy claramente que las Bienaventuranzas constituyen el programa nuclear del Reino de Dios y responden a una aspiración profundamente humana. Son un ideal evangélico de vida y un mensaje liberador para todos. Dios no bendice situaciones de carestía injusta ni falsas concepciones sobre la pobreza, Dios bendice las actitudes de justicia y de caridad.
En pocas palabras, Lucas nos recuerda y nos coloca ante una alternativa de felicidad/desgracia (alégrense/hay de ustedes), invirtiendo los valores de la sociedad.
Quiénes y por qué son dichosos. Lucas declara dichosos a todas aquellas personas que, de una forma u otra, experimentan una ‘carencia’ que es esencial para vivir, ya sea por la pobreza material, espiritual, ignorancia, incultura, por desprestigio social o discriminación en cualquiera de sus formas, etc.
Pero también son dichosos aquellos que son perseguidos y odiados simplemente por el hecho de haber puesto su confianza en Jesús (Jer 17,5-8; Salmo 1) y haber hecho así presentir a la sociedad sus fundamentos y felicidad están amenazados.
Es evidente que Jesús no proclama a los pobres “dichosos” por el hecho de ser pobres, ni menos aún señala la ‘carestía’ como un ideal a vivir. El mismo Evangelio nos recuerda que Jesús se rodeó de enfermos y hambrientos para curarlos y darles de comer.
La Bienaventuranza que Jesús proclama, es aquella “pobreza” que me abre a poner mi confianza y esperanza en Dios (Jer 17,5-8), a recibir y descubrir que mi felicidad está solo en Dios (si nuestra esperanza en Cristo, solo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices I Cor 15,19).
Basados en esta confianza y esperanza en Dios, estamos llamados a construir una sociedad alternativa, basada en los valores del evangelio y no en los falsos valores de la riqueza y del poder. Solo así, será posible que haya menos injusticias y menos miseria.
Una buena noticia. Entendidas así, las Bienaventuranzas recobran todo su sabor de alegre noticia, y queda descalificada la interpretación que las considera como una colección de normas éticas. El cristiano está llamado a hacer todo esfuerzo posible por suprimir y rechazar la miseria y la carestía.
Elegir la pobreza como consejo evangélico o como solidaridad con los pobres para luchar contra ella se convierte en una buena noticia, ya que es continuar la causa de Jesús y vivir nuestra filiación y fraternidad construyendo juntos el Reino de Dios.
Jesús nos invita a conseguir la dicha, el bienestar, el gozo, la paz, la alegría… Pero nos dice que el camino para conseguir todo eso es el “inverso”, el “opuesto” al que se estila en la sociedad actual. En las Bienaventuranzas encontramos la respuesta a quién y cómo es Dios, con quién está, dónde debemos colocarlos los cristianos, cómo encontrar gozo, paz, y quiénes son verdaderamente felices.
Estimado hermano, pido a Dios te bendiga y que nos conceda a cada uno de nosotros poner en práctica las Bienaventuranzas y alcanzar la verdadera felicidad. Bendecido domingo, y por favor, no te olvides de rezar por la conversión de un servidor y la de todos los sacerdotes de nuestra Iglesia diocesana.
Discussion about this post