Tamaulipas es de los estados de México que no han ajustado su calendario electoral para que se dé el empate en los tiempos de los sexenios federal y estatal.
Esa circunstancia ocasiona que el sexenio estatal se divida en dos periodos, uno de dos años y otro de cuatro años.
Aunque se supone que la mejor parte de las dos debe ser el segundo, porque se trata del doble de tiempo, la realidad es que no ha sido así.
Correspondía al presidente en turno, ser el “fiel de la balanza” para definir la candidatura a gobernador, de tal forma que ya en el gobierno, esos dos años se convertían en los mejores, aun cuando era del último tercio del gobierno federal.
La llegada de un nuevo presidente, por lo general de otro grupo político en la era del PRI, o de otro partido en la etapa más reciente de alternancias, redujo los apoyos a Tamaulipas.
Así fueron las cosas en los últimos cuarenta años al menos, de los que puedo dar testimonio.
Miguel de la Madrid impulsó a su amigo Américo Villarreal Guerra a quien respaldó, pero no nos fue tan bien en los cuatro años de Carlos Salinas de Gortari.
Salinas, se inclinó por su cuate Manuel Cavazos Lerma a quien respaldó bien los dos primeros años, pero luego apareció Ernesto Zedillo y no fue lo mismo por cuatro años.
En la época de Zedillo se perdió el poder de decisión presidencial de la nominación de candidato a gobernador y esa fuerza recayó en los gobernadores en turno.
Manuel Cavazos Lerma influyó en la designación de su paisano matamorense Tomás Yarrington Ruvalcaba, pero en el 2000 llegó la alternancia federal y con Vicente Fox ya no fue el mismo respaldo para gobernadores tricolores.
La historia se repitió cuando Yarrington influyó en la designación del candidato tricolor Eugenio Hernández Flores, quien tuvo que sortear a dos presidentes de origen panista, Fox y Calderón.
Al emergente Egidio Torre Cantú, la suerte le sonrió un poco porque padeció de la parte final del gobierno de Calderón y disfrutó de cuatro años de Peña Nieto, aunque no supo capitalizados.
Mientras que al panista Francisco García Cabeza de Vaca le tocaron seis años con adversarios, los menos malos fueron dos con Peña Nieto y su actitud de desafío y confrontación con López Obrador, dieron como resultado cuatro años pésimos.
Quizás esa falta de sincronía en los tiempos gubernamentales federal y estatal sea una de las causas que expliquen los rezagos severos en materia de infraestructura para el desarrollo para Tamaulipas.
La suerte para la entidad parece tener una coyuntura.
En la era de Morena en el poder central, Andrés Manuel López Obrador influyó en la nominación de Américo Villarreal Anaya y los dos últimos años fueron mejores que los cuatro anteriores para la entidad.
La circunstancia del relevo federal con un mismo grupo político en la presidencia, por el arribo de Claudia Sheinbaum Pardo, podría dar un sexenio completo positivo para la entidad.
Habrá que estar a la expectativa para ver si de los dichos se pasa a los hechos.
Y de las muestras de afecto, cercanía y buenas relaciones personales de Américo Villarreal Anaya en la CDMX, se traducen en proyectos ejecutivos respaldados y obras para el desarrollo de las regiones de Tamaulipas.
Entre las prioridades de Tamaulipas figuran los siguientes:
Agua potable suficiente para los diez municipios de la zona fronteriza desde Nuevo Laredo a Matamoros, donde habita el 54% de los tamaulipecos. El acueducto Pánuco-Presa Marte R. Gómez, podría ser la solución definitiva.
Cuarto puente internacional para Nuevo Laredo y aterrizaje de la Dirección General de Aduanas.
Modernización de los Distritos de Riego Bajo Río San Juan (026) y Bajo Río Bravo (025) de 278 mil hectáreas en conjunto.
Modernización del transporte urbano, con sistemas de Metrobús en Reynosa-Río Bravo y Tampico-Madero-Altamira.
Conclusión del Puerto Petrolero del Norte de Tamaulipas, ubicado en las costas de Matamoros.
Conclusión de plata de bioetanol en Valle Hermoso y una plata de fertilizantes en la zona fronteriza.
Conclusión de las autopistas Tampico-Victoria-Monterrey; Altamira-Mante-Ocampo-Tula; y la Cd. Victoria-Matamoros.
Segunda línea del Acueducto Presa Vicente Guerrero-Cd. Victoria; Drenaje Pluvial profundo para Victoria y hacer realidad el Puerto Seco en la capital tamaulipeca.
Mayor infraestructura para el aprovechamiento integral del puerto de Altamira.
Obras complementarias de agua potable, saneamiento de aguas residuales y control de contaminación en la zona conurbada Tampico-Madero-Altamira.
Construcción de Paraderos Turísticos en las Carreteras y Autopistas de Tamaulipas para reconectar los municipios rurales con potencial para su mayor interacción comercial y turístico que incidan en su recuperación.
Reactivar el tren de pasajeros Monterrey-Victoria-Tampico.
Aprovechar el potencial de Tamaulipas para la generación de energías limpias como la eólica y solar.
Entre otras.
Veremos pronto si en la profundización de los cien puntos que anunció ayer Claudia Sheinbaum Pardo en el Zócalo, aparece más el nombre de las regiones de Tamaulipas.
Y las habilidades de los gabinetes estatal y municipales para gestionar y obtener los recursos federales.
Insisto, hay que aprovechar esa circunstancia de cuatro años de aparente bonanza que vienen.
Un reto de todos los tamaulipecos, no solo del equipo de gobernantes que capitanea el galeno Américo Villarreal Anaya.
Tiempo al tiempo.
Hay cosas mucho más interesantes y valiosas que perseguir a los pillines del pasado reciente.
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