-La humanidad se siente avergonzada de lo que está haciendo en estos momentos el gobierno de Israel. Y parece mentira que en pleno siglo XXI las políticas de segregación continúen bajo el amparo de la lucha contra el terrorismo-
Desde hace algunos años se construye en territorio de Cisjordania un horrible muro serpenteante que pretende garantizar la seguridad de los israelitas, la mole de hormigón arrebata al pueblo palestino el 45.3% de sus mejores tierras de cultivo, y tendrá una longitud de 650 kilómetros, adentrándose en algunas zonas hasta 30 kilómetros en territorio Palestino.
Este abominable engendro, busca aislar a 126 complejos poblacionales, expulsar a 2,323 habitantes y dispersar a 12,482 familias, según datos obtenidos en el 7º. Seminario Internacional de Paz, Soberanía, Recursos Naturales y Comunidad, celebrado en La Habana, Cuba.
Los analistas mundiales consideran estas acciones como generadoras de mayor conflicto en la zona, pues las operaciones de expulsión y de emigración forzosa, provocarán actitudes hostiles de quienes se sienten obligados a buscar una “Patria Alternativa”, pues ha trascendido que el presidente libanés, Emil Lahud, ha denunciado los intentos de Israel de convencer a su país de asentar a los palestinos en su territorio, a cambio de 20 mil millones de dólares.
“El Muro del Despojo” también priva a la población palestina de la educación y los accesos a los servicios de salud, pues este año 170 mil estudiantes se verán afectados, ya que sus 320 escuelas, de distintos niveles, se quedarán fuera del muro, la Universidad de Jerusalén perderá sus tierras y 220 mil ciudadanos serán separados de los centros asistenciales de salud.
La construcción también arrebatará a Jerusalén su peculiaridad esencial: ciudad poli cultural, ya que la división excluirá 618 sitios principales de su archivo histórico-cultural.
Pero todos los argumentos tienen sin cuidado al gobierno israelí, pues para ellos el muro significa tranquilidad, aunque no necesariamente la paz, pues los daños ocasionados al medio ambiente tendrán repercusiones posteriores, que difícilmente serán pacíficas.
Esto debido fundamentalmente a que el entorno ha sufrido transformaciones que han provocado; erosión del suelo, deforestación, pues 100 mil árboles de olivo han sido arrancados y en peligro de extinción se encuentran varias especies singulares de la flora y la fauna de la región.
En su intento separatista, Israel se ha apropiado de la mayor cuenca occidental, conocida como “El Cocodrilo”, que, con una extensión de 11 mil kilómetros cuadrados, es la mayor reserva de aguas subterráneas en Palestina, con 600 millones de metros cúbicos.
Con este muro, Palestina pierde el 20% de la cuota de explotación de la cuenca y 19 pozos artesanos, además del 62% de las áreas boscosas de Cisjordania y 40 zonas naturales protegidas.
A estas alturas de la lectura, usted ya se habrá dado cuenta que este artículo corresponde a alguna publicación anterior y si, en efecto, con este mismo título y salvo este párrafo, en realidad fue publicado el 4 de abril del 2004, es decir hace 20 años.
Encontrar las razones del conflicto ahora, es fácil cuando se revisa la historia, nada ha cambiado todo sigue igual, si acaso la cantidad de víctimas es lo único que ha aumentado.
Con estas acciones, que muestran la consistencia en el abuso que desde hace más de un siglo el Estado de Israel ha cometido contra el pueblo palestino, complican aún más las escasas posibilidades de lograr la tranquilidad que buscan, pues con cada agresión se ahondan las diferencias, cuantimás cuando a diario tengan ante sus ojos, independientemente del lado que se vea, EL MURO DE LA VERGÜENZA.
Jorge Alberto Pérez González
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