El gobierno ruso ha iniciado la movilización de tropas para enfrentar la incursión sorpresa de las fuerzas ucranianas en la región de Kursk, al oeste de Rusia. Esta acción se produce después de que Ucrania lograra avances significativos en el territorio ruso, capturando a más de 100 soldados rusos, según fuentes ucranianas.
Desde el inicio de esta ofensiva hace más de una semana, Ucrania ha mantenido una posición firme en las áreas capturadas, lo que ha obligado a Moscú a reorganizar sus fuerzas. Según funcionarios ucranianos y estadounidenses, Rusia ha comenzado a retirar algunas unidades de otras regiones ucranianas, incluyendo Zaporizhzhia y Dnipró, para reforzar su defensa en Kursk. Sin embargo, Rusia ha evitado replegar tropas del este de Ucrania, donde su ejército ha sostenido avances en los últimos meses.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, discutió la posibilidad de establecer administraciones militares en las zonas bajo control ucraniano en Rusia, mientras su gobierno crea lo que denomina una “zona de seguridad” para proteger las ciudades fronterizas. A pesar de estos avances, los analistas señalan que mantener el control sobre el territorio capturado será un desafío para Ucrania, dado que las posiciones ucranianas podrían ser vulnerables a los ataques aéreos rusos.
Por su parte, las fuerzas rusas han continuado con sus ofensivas en el este de Ucrania, particularmente en la región de Donetsk, donde se han registrado intensos combates en ciudades clave como Chásiv Yar y Toretsk. Los analistas advierten que, aunque la incursión ucraniana ha obligado a Rusia a redirigir algunas de sus fuerzas, el impacto en el frente de batalla podría ser limitado si Moscú mantiene la mayoría de sus tropas en las áreas críticas del conflicto.
En este contexto, la situación en el campo de batalla sigue siendo incierta, con ambos países enfrentando desafíos significativos en sus respectivas estrategias militares.
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