En un movimiento inesperado, las tropas ucranianas han avanzado en territorio ruso en la región de Kursk, capturando varias áreas sin encontrar una resistencia significativa. Según informes, la incursión ha logrado apoderarse de cientos de kilómetros cuadrados, afectando a casi 200,000 rusos que han tenido que abandonar sus hogares.
El símbolo de esta ofensiva, un triángulo pintado en los vehículos militares ucranianos, representa el esfuerzo más audaz de Ucrania para repeler la invasión rusa. La operación, que ha involucrado a algunas de las mejores tropas ucranianas, se preparó durante meses, manteniendo un alto grado de secretismo para asegurar el factor sorpresa.
“Entramos fácilmente y sin apenas resistencia”, comentó un soldado ucraniano que participó en la incursión. Durante los primeros días de la operación, las tropas ucranianas lograron avanzar rápidamente, llegando a las afueras de la ciudad rusa de Sudzha.
A pesar de la declaración del Ministro de Defensa ruso, Andrei Belousov, quien afirmó que los intentos ucranianos de avanzar habían sido frustrados, la realidad sobre el terreno parece indicar lo contrario. Kyiv ha demostrado que está comprometida con esta apuesta militar, y muchos ucranianos ven esta incursión como una oportunidad para cambiar el rumbo de la guerra.
El presidente ruso, Vladimir Putin, calificó la incursión como una “gran provocación” y prometió una “merecida respuesta”. Sin embargo, el miedo que se pretendía infundir no parece haber llegado a las zonas fronterizas ucranianas, donde la población ha sufrido el impacto de la invasión rusa desde febrero de 2022.
La situación sigue siendo tensa, y las fuerzas ucranianas, aunque superadas en número, esperan consolidar su control sobre el territorio ruso recién capturado. Mientras tanto, Ucrania continúa preparándose para posibles contraataques, con la esperanza de que esta ofensiva pueda mejorar su posición en futuras negociaciones de paz.
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