Grecia enfrenta una grave crisis ambiental debido a los incendios forestales que han devastado más de 10,000 hectáreas y obligado a la evacuación de más de 35,000 personas. Las llamas, alimentadas por fuertes vientos, se han propagado rápidamente, acercándose a la zona urbana del norte de Atenas, lo que ha generado una gran preocupación entre las autoridades locales y la población.
Desde el lunes 12 de agosto, cientos de bomberos han trabajado incansablemente para controlar el avance del fuego. Sin embargo, las condiciones adversas, como la orografía y la vegetación compuesta principalmente por pinos y acebos, han dificultado las tareas de extinción. En total, más de 560 bomberos, 177 camiones cisterna, 17 aviones y 15 helicópteros han sido desplegados en un esfuerzo desesperado por contener las llamas.
El fuego se ha extendido a lo largo de un frente de aproximadamente 30 kilómetros, desde el norte del pueblo de Varnavas hasta cerca de Penteli, a unos 15 kilómetros al norte de la capital. Las autoridades han evacuado de emergencia ocho localidades al sur del monte Penteli, sumándose a las más de 15 comunidades que ya habían sido desplazadas el día anterior.
El impacto de los incendios ha sido devastador. Se han reportado casas reducidas a cenizas, y las imágenes y videos que circulan en redes sociales muestran la magnitud de los daños, con vehículos calcinados y tejados en llamas. Además, el humo asfixiante ha obligado a muchos residentes a usar mascarillas y a rociar agua sobre sus hogares en un intento desesperado por evitar que las llamas los alcancen.
Ante la gravedad de la situación, Grecia ha solicitado ayuda a la Unión Europea. Países como Italia, Francia, Rumanía y República Checa ya han enviado equipo y personal para colaborar en la lucha contra el fuego. En respuesta, la jefa de la UE expresó su apoyo a Grecia, destacando que “estamos con Grecia en su lucha contra los devastadores incendios”.
Las autoridades griegas han habilitado el estadio olímpico, al norte de Atenas, como refugio para los miles de evacuados, y se han preparado infraestructuras adicionales para alojar a más personas si fuera necesario. Además, tres grandes hospitales se encuentran en estado de alerta para atender posibles emergencias derivadas de la catástrofe.
La situación sigue siendo crítica, con la velocidad del viento incrementando el riesgo de nuevos focos de incendio. Las autoridades continúan trabajando para evitar que el fuego cause más destrucción, mientras la población se mantiene en un estado de alerta máxima.
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