Queridos lectores, la Liturgia de la Iglesia nos presenta este domingo para nuestra reflexión los siguientes textos: 1 Reyes 19,4-8, Salmo 33, Efesios 4,30-5,2 y el Evangelio de San Juan 6,41-51. Durante algunos domingos estaremos escuchando el capítulo 6 del Evangelio de San Juan, texto donde Jesús se presenta como el pan de vida, y que nos invita a reflexionar sobre la fe, la Eucaristía y nuestra relación con Dios y la comunidad.
Como cada domingo hoy también te presentamos una propuesta de lectura e interpretación de la Palabra de Dios. Es importante recordar que cada uno de nosotros que comparte este espacio lo hace desde su formación, su experiencia de fe y desde su espiritualidad. La Palabra posee una enorme riqueza cuando nos dejamos tocar en el corazón por ella y el Espíritu Santo nos ayuda a interpretarla siempre en comunión con el Magisterio y con la Iglesia.
Existen al menos dos formas básicas de interpretación de un texto: el sentido literal (también llamado histórico u obvio) y el sentido espiritual (cfr. https://www.usccb.org/bible/national-bible-week/upload/viviano-senses-scripture-sp.pdf). Por lo tanto, es importante explicar el texto y su contexto, pero también será fundamental sacar el mensaje de la Palabra de Dios para nuestra vida de fe actual. Pedir a Dios en oración que nos ilumine será fundamental.
Introducción. Algunas veces podemos tener la impresión de que vamos viviendo la Liturgia como algo repetitivo, como siempre lo mismo: cada año la Cuaresma, cada año la Semana Santa, textos bíblicos que ya hemos escuchado, etc. Pero, como en el caso del Evangelio de estos domingos, es necesario comprender que el tiempo en la Liturgia es como un espiral: pareciera que es lo mismo, vamos dando vueltas en círculo, pero realmente subimos y crecemos en la comprensión del texto bíblico y de los misterios del Señor.
Regresando al Evangelio de hoy notamos que el auditorio cambia. El domingo pasado se dirigía a la gente que lo seguía por los signos que hacía, por la multiplicación de los panes (dos domingos atrás), y ahora son los judíos, que no lo aceptan como Hijo de Dios y mucho menos como el pan de vida. Ante esta afirmación (“Yo soy el pan que ha bajado del cielo”) se escandalizan y podemos observar su reacción de admiración, incomprensión, incredulidad.
Contexto. En el Evangelio san Juan presentará a Jesús de diversas maneras, por ejemplo, en el capítulo 10 dirá Yo soy el buen pastor, en otros textos Yo soy la puerta, y este domingo Yo soy el pan de la vida. Los textos exponen la reacción del auditorio, de los oyentes, y al lector lo ponen frente a una realidad que pide la fe para aceptar a una persona en nuestra vida: a Jesucristo.
Si tomamos en cuenta la multiplicación de los 5 panes y 2 peces que antecede al texto de hoy, podemos comprender que Jesús quiere hacerles ver que todos buscamos el alimento diario, como decimos en el Padre Nuestro, danos hoy el pan de cada día, pero que es necesario también reconocer la necesidad de buscar el pan que da la vida eterna, el que nos ayuda a alcanzar el cielo, el que fortalece nuestro espíritu.
Dios nos habla hoy. Después de lo anterior les propongo la reflexión de la Palabra de Dios en 3 puntos para nuestra vida:
“Nadie puede venir a mi si no lo atrae el Padre”. Estas palabras nos introducen y nos hacen pensar en la dinámica de la fe, que es una relación. ¿Cómo llegamos a creer?, ¿cómo crece nuestra fe?, ¿cómo podemos aceptar a Jesús en nuestra vida?, ¿cómo aceptar su Palabra? El Evangelio nos recuerda que es un don de Dios, que es él quien mueve nuestro corazón. ¿Le has pedido que aumente tu fe?
“El que coma de este pan vivirá para siempre”. En el 2019 el estudio Pew Research señalaba que solo el 31% de los católicos de Estados Unidos creían que el pan y el vino de la misa se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesús. Sería interesante este ejercicio en nuestro país, en nuestra diócesis, en nuestras parroquias. Ciertamente hay muchos cristianos que nos dan ejemplo de fe, de entrega y de servicio, pero también es cierto que hay muchos otros que quizá estén en la misma situación de Estados Unidos.
“Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron”. La Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, el hambre de vida verdadera, porque en ella Cristo se nos da como alimento que fortalece nuestro caminar (como a los discípulos de Emaús). ¿Cuántos de nosotros experimentamos esta sed profunda de Dios, de su Palabra, de su cuerpo y sangre? Es muy interesante profundizar en la siguiente reflexión en línea: https://archden.org/tu-tienes-palabras-de-vida-eterna/?lang=es
Queridos hermanos, levantémonos de nuestra vida cómoda, de nuestros pecados, de nuestras desilusiones y tristezas, para acudir como comunidad y asamblea para alimentarnos de Jesús, y que de esta manera fortaleza nuestros pasos, nuestro camino, nuestra vida.
¡Que tengan bendecido domingo!
P. José David Huerta Zuvieta
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