Ese mismo Jesús, que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto marcharse. Hechos 1,11.
Hermanos en Cristo Maestro y Pastor, han pasado cuarenta días desde la resurrección del Señor. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos pasó muchos momentos preparando a sus discípulos para su Ascensión. ¿Cuál es entonces el significado de la Ascensión para nosotros los católicos? podemos meditar dos significados.
Primero, cuando Jesús ascendió, nos dice que el cielo es real. Jesús dijo a sus discípulos que en la casa del Padre hay muchas habitaciones, y que él nos preparará un lugar. Esto es muy importante para nosotros.
En la vida podemos estar ocupados con muchas cosas y estamos divididos entre dos ideales. Por un lado, invertimos mucho para nuestro futuro, seguridad y estabilidad, y en la medida de lo posible, tener una vida cómoda. Por otro lado, tenemos el ideal también de tratar de experimentar de todo tanto como sea posible, porque solo vivimos una vez.
Así pues, tenemos que para ir al cielo todo es diferente, pues Dios pone todo en su propia perspectiva: No necesitamos experimentar de todo, solo aquello que nos pueden llevar al cielo y por el otro lado, si queremos invertir para ganarnos el cielo, debe ser en buenas obras y no en posesiones materiales.
Segundo, la Ascensión del Señor nos da la capacidad para ser evangelizadores cotidianos. ¿Qué quiere decir esto? Somos evangelizadores cuando “vamos por todo el mundo y proclamamos el Evangelio a cada creatura.” No sólo el sacerdote o el religioso es quien proclama en todas partes el Evangelio. No todos los evangelizadores usan sotana o un habito. Otros evangelizadores usan uniformes ordinarios mientras hacen bien su trabajo.
Los evangelizadores somos tú y yo cada vez que respondemos a la llamada de servir a otras personas. Por nuestros buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones, podemos ser evangelizadores, pero sobre todo en estos tiempos tenemos que evangelizar defendiendo lo que es verdadero y bueno. No tengamos miedo de luchar por lo que es correcto y verdadero.
Finalmente, la Ascensión del Señor nos invita a esperar al Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien nos permite abrazar nuestra identidad como hijos de Dios. Y porque todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos y hermanas. Esto es precisamente lo que San Pablo nos está invitando a llevar a la práctica: que seamos pacientes unos con otros a través del amor y que preservemos y preservemos en la unidad de unos con otros. Roguemos al Espíritu Santo que nos ayude a construir verdaderos lazos de unidad y fraternidad.
Con mi oración, cercanía y gratitud.
Pbro. Lic. Andrés Figueroa Santos
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