Estamos a cuatro días de que concluyan las campañas políticas de candidatos y partidos políticos en busca del voto ciudadano.
El próximo 29 de de mayo es el último día de proselitismo, de acuerdo a la Ley electoral.
Afortunadamente se acabará la “lluvia” de spots publicitarios en radio y televisión.
Por cierto casi todos plagados de mentiras, promesas y denostaciones a los adversarios.
Narrativas que no solo están en los “tiempos aire” de los partidos y propaganda de los candidatos, sino que han invadido a periódicos impresos y digitales, así como a las redes sociales de todas las plataformas.
Muy pocas propuestas serias, gran cantidad de promesas incumplibles y severas acusaciones a través de “campañas negras”, que si fuesen ciertas, colocan a casi todos los candidatos como potenciales delincuentes.
Campañas de destrucción en lugar de propuestas para la construcción.
Campañas de odio cuando lo que urge en nuestra sociedad son puentes para la armonía y la paz.
Un lenguaje verbal y corporal propio de los conflictos bélicos en vez de una contienda en busca del voto.
Hay quienes justifican esas conductas y actitudes con frases poco edificantes, que rezan ” en la política, como en la guerra y el amor, todo se vale”.
O aquella de que “si quieres que hablen bien de ti muérete; si quieres que hablen pestes, métete de político”.
y Tambiéen “En política tienes que aprender a comer mierda a puños sin hacer gestos”.
Esa es la mala política, a ese nivel hemos llevado a la política.
En realidad la política, la buena política, debe ser el arte de gobernar para hacer el bien común.
Y por tanto las campañas políticas tendrían que estar dominadas por las propuestas serias, responsables y dogmáticas, orientas a presentar diversas opciones para superar los problemas de la sociedad, así como administrar bien los recursos públicos y regir los destinos del estado a fin de llegar a buen puerto.
No hay partido que escape de esas malas prácticas.
Algunos como el PRI y el PAN por viejos, mañosos y corruptos.
Otros como Morena y Movimiento Ciudadano por nuevos, inexpertos y sin compromiso social.
Nuestra cruda realidad es que desgraciadamente tenemos que escoger no entre los mejores, sino lo meneos peores.
Quisiera que en las boletas electoral aparecieran los nombres de personas notables, preparados, capaces y comprometidos con las causas sociales.
Y no tener que votar en función de quien ha robado menos, cuál es el partido de moda o cuál es el partido que conviene en la circunstancia del momento en Tamaulipas.
Pero es lo que tendremos en las cinco boletas electorales del 2 de junio.
Aún así, lo más recomendable es salir a votar. Para que hablen las urnas y no las balas.
Hacerlo de manera libre y secreta por las alternativas que cada quien considere.
Y una vez que las autoridades electorales den su veredicto y lo avalen los tribunales, seamos exigentes, críticos y participativos para velar por buenos gobiernos y parlamentos comprometidos con los representados.
En la medida que sigamos participando de manera organizada más allá de la elección, estaremos dando pasos firmes en tener mejores alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y presidentes.
Por lo pronto, hay que aguantar cuatro días más el “bombardeo” publicitario de mentiras, promesas y denostaciones.
Y en los tres días siguientes, hacer el ejercicio de reflexión personal para el destino de nuestros votos.
Es especial aquellos que están indecisos.
Creo que la mayoría tiene claro por quien sufragará.
Pero habrá tres días en blanco para reafirmarlo.
Espero que usted, apreciado lector, se de tiempo para la cita en las urnas.
La cita del buen ciudadano.
Confío que sea usted uno de ellos.
Debemos elegir nada menos que los siguientes representantes:
Presidente de la República.
Senadores, tres por estado, 2 de mayoría y 1 de primera minoría.
500 Diputados Federales, 300 de mayoría (8 en Tamaulipas) y 200 pluris.
36 Diputados Locales ( 22 de mayoría y 14 pluris)
43 Presidentes Municipales.
La elección más grande en la historia de Tamaulipas amerita mayor participación.
Vayamos pues el 2 de junio… a votar.
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