La tranquilidad con la que ha tomado las cosas el Gobernador de todos
los tamaulipecos ha sido notoria, el no se exaspera, no desespera y
sabe que la verdad sale a flote con el tiempo.
Desde la campaña ha sido víctima de señalamientos fantasiosos que
pretendieron tratar de revertir las tendencias favorables para que llegara
a ser Gobernador, los inventos fueron muchos, no vale la pena
recordarlos porque son heridas que suelen sangrar, tan solo por
volverlas a leer en línea ágata.
Pero después de acceder al poder en el estado, los ataques continuaron
y siguen hasta la fecha, en más de una ocasión el Presidente de la
Republica Andrés Manuel López Obrador ha expresado públicamente
el respaldo a Américo, pero esos medios no dan cuenta de ello,
aparentando estar claramente al servicio de aquellos que antes era
mencionados como “Emisarios del Pasado”.
Sin embargo, en su trato personal el Gobernador no ha resentido esos
ataques, es más pareciera ser que ni siquiera lo incomodan, porque es
tan obvio el origen que para él no son más que gajes del oficio.
Ahora pretenden adjudicarle a él la responsabilidad porque va su
hermana como candidata a la Alcaldía en Tampico.
Ignorando por completo la trayectoria de Mónica quien en esa ciudad es
sumamente conocida por los cargos que ha ejercido al servicio del
pueblo tampiqueño.
¿Pero aún que no tuviera méritos previos, cual responsabilidad puede
tener el Gobernador, de los intereses políticos que pueda abrigar
cualquier miembro de su familia?
El poder puede convertir al hombre y a su entorno en algo que no
permita la espera, pero es inconcebible pensar que el gobernador haya
mandado a su hermana a ser candidata, por dos razones muy simples,
cargaría él con la derrota o con la conciencia después del triunfo.
Hay una anécdota personal que me platicó mi madre, ella recién me lo
hizo patente, mi padre tenía la mala costumbre, cuando conducía de
hacer medios altos en las esquinas de las calles, por ello acumuló varias
multas en su vida, pero en la época en que fui síndico del ayuntamiento
no obtuvo ninguna, porque cada vez que lo paraban, él decía que era el
Papá del Primer Sindico del Ayuntamiento.
Durante los tres años en que ejercí el cargo, nunca me enteré, ni mi
madre me pasó el chisme, tampoco ningún agente vial me hizo saber la
“atención” que habían tenido con él.
Pero lo que, si me causó hilaridad, fue la anécdota de cuando en la
Avenida México hizo el medio alto para incorporarse a la Avenida Las
Palmas y obviamente lo detuvieron, el oficial le pidió su licencia de
manejo, y mientras la sacaba le dijo al policía muy orgulloso, – “Yo soy
el Papá de el Primer Sindico”- El oficial lo felicitó y se llevó la licencia
para hacerle su multa, mientras Mamá le decía, – “A como serás
Pen…… estamos en Brownsville”-.
Me reí mucho con la anécdota, pero me queda claro que Papá y yo
nunca hablamos de “Charolear” o de cualquier cosa que implicara una
acción ilegal, es más durante los 3 años, jamás me ofreció algo en venta
para el ayuntamiento, cosa que siempre agradecí.
La experiencia propia me indica que hoy en la política obrar así sería
algo fácilmente detectable y criticable.
Todavía le quedan muchos ataques más al Gobernador de Tamaulipas,
la contienda electoral está en punto de ebullición, así que no dude usted
que reciclen las mismas notas de la campaña que nunca tuvieron eco
judicial, por soportarse en falsedades.
Pero la sociedad agradece que él no se meta en el tema electoral, que
se mantenga al margen y que demuestra que la tranquilidad que
muestra es propia de su carácter, porque así en Tamaulipas conocieron
siempre a AMERICO VILLARREAL ANAYA.
Jorge Alberto Pérez González
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