Cuando alguien recibe un regalo debe compartirlo porque los presentes no son para guardarse. Así comenzó su homilía el Obispo de Ciudad Victoria, Óscar Efraín Tamez Villarreal quien llegó a la entrada de la colonia San Marcos, se unió a un grupo de personas que acababan de rezar un Rosario, caminó con la comunidad hacia la sierra hasta llegar a la capilla de San Marcos Evangelista donde decenas de fieles festejaron al santo patrono de esta comunidad con una misa y la posterior participación de varios grupos de danzantes de distintos rumbos de la capital. En el atardecer del jueves, el jerarca eclesiástico bendijo imágenes religiosas, se tomó fotografías y exhortó a los lugareños a aprender todos los días de la generosidad y sencillez de San Marcos.
Junto con el párroco de San Isidro Labrador, Ignacio Garza García, encabezó las tradicionales fiestas. Como marcan los usos y costumbres desde hace décadas en esta colonia victorense, decenas de personas se involucraron para rezar el novenario en diferentes domicilios, participar en el triduo de misas en la capilla, observar la actuación del grupo de danzantes cuya animadora es la historiadora Carmen Contreras Piña. El Padre Nacho invitó a la comunidad a tomar el ejemplo de San Marcos Evangelista quien predicó en el desierto y que transformó ferocidad del león en serenidad. Andrea, Margarita, Amparo, Clara, Fanny, Fabiola, Carmelita, Teresa, Rosario, Carmen y otras damas voluntarias contagiaron de fe y entusiasmo a los vecinos de ese sector.
No conocemos demasiados datos acerca de Marcos. Algunos dan como lugar de su nacimiento en Cirene hacia el año 15, pero a través de los Hechos de los Apóstoles podemos reconstruir algo de lo que fueron sus andanzas después de Pentecostés. Ya en el Evangelio se le cita cuando tuvo lugar el prendimiento de Jesús. El mismo Marcos cuenta en su Evangelio que todos abandonaron a Jesús y huyeron, pero que había un muchacho cubierto con una sábana que seguía a Jesús, que le echaron mano, pero que él soltando la sábana huyó desnudo. Todos los exégetas coinciden en que era de él mismo de quien hablaba. Pertenecía a una familia acomodada, con gustos helenizantes, él tenía dos nombres, Juan, de origen judío y Marcos, de origen grecorromano.
El sitio www.religiondigital.org sostiene: En los tiempos de la vida pública de Jesús debía ser un adolescente. Es también casi seguro que fue en su casa donde Jesús celebró la Última Cena con los Apóstoles y después ellos se seguirían reuniendo allí. Uno de los primeros bautizados por Pedro sería seguramente Juan Marcos. En su Epístola le cita como “mi hijo predilecto” y cuando va a Roma le lleva con él. También sabemos que Bernabé, el chipriota, era pariente de Marcos, por eso le lleva con él en alguno de sus viajes apostólicos. Según se cita en los Hechos de los Apóstoles, en las diversas salidas que hicieron para predicar la doctrina de Jesús, no solo por Palestina, sino también a Alejandría y a Chipre, Juan Marcos acompaña a Pablo y a Bernabé.
Después todos los testimonios nos hablan de su ministerio en compañía de Pedro. Es casi seguro que entre los años 50 y 60 Marcos acompañara a Pedro a Roma. Allí las comunidades cristianas le pidieron a Marcos que pusiera por escrito todas las enseñanzas de Pedro sobre Jesús y su doctrina y así podrían conservar estos escritos y leerlos con frecuencia en las asambleas litúrgicas. Los Apóstoles no eran muy partidarios de poner por escrito estas enseñanzas, alegando que el Maestro nunca escribió nada, todo lo hizo por transmisión oral, pero acabaron dándose cuenta de que la transmisión oral corría el peligro de desvirtuarse y muchas cosas se perderían. (Nuestra capital fue fundada bajo su advocación. El río San Marcos nos da identidad como victorenses).
Aunque no fue discípulo de Jesús, hay quien lo identifica como el hijo de la viuda María, que siguió a Cristo tras su arresto en el huerto de Getsemaní y de la que se dice fue dueña de la casa donde se celebró la última cena. Marcos, judío y buen conocedor de la Ley y los Profetas, podría haber sido bautizado por San Pedro. Viajó con el apóstol Pablo y con Bernabé a Chipre y Asia Menor para afrontar la misión evangelizadora. Más tarde, entre los años 50 y 60, desembarcó en Roma, donde fue compañero, ayudante y taquígrafo de Pedro. En el año 66 o 67, el santo vivía en Éfeso (actual Turquía), pero San Pablo escribió a Timoteo desde una cárcel romana, durante su segundo cautiverio, para llevarlo de vuelta a Roma: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil”.
En el mundo.es podemos leer: A San Marcos, cuyo emblema es un león alado, también se le situó en Aquileia (norte de Italia) y en Egipto, donde se le atribuye la fundación de la Iglesia de Alejandría. Es allí donde sufrió el martirio por el éxito que estaba teniendo la evangelización; en los Actos de Marco se cuenta que un 24 de abril los paganos lo arrastraron por las calles de Alejandría, atado con cuerdas. Ya sin vida, su cuerpo debía ser devorado por el fuego, pero fue salvado por los fieles y sepultado. Cuenta la leyenda que en el año 828, ante la amenaza de los árabes, dos mercaderes llevaron sus restos a Venecia, donde permanecen en la Basílica de San Marcos, dedicada a él.
Correo: amlogtz@gmail.com
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