Verdaderamente ha resucitado el Señor ¡Aleluya!
Hermanos en Cristo resucitado, reciban un cordial saludo y una fraterna felicitación por la celebración de la Pascua. Que la resurrección del Señor Jesús, nos anime a renovar nuestra alianza con Dios hecha en el Sacramento del Bautismo y que nos anime a vivir en unidad a Nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
El día de hoy estamos celebrando el Domingo de la Divina Misericordia, una fiesta que instituyó San Juan Pablo II. También, en nuestra Iglesia diocesana, se realiza el domingo de la caridad en donde somos llamados a colaborar y apoyar económicamente a todos los grupos que dedican su misión y apostolado a la atención de nuestros hermanos más necesitados.
El Evangelio de éste domingo de Pascua, nos sitúa en las apariciones que realiza Jesús a sus discípulos. Algo que podemos meditar de primer momento es la importancia de la comunidad, de la unidad; los discípulos están juntos y en medio de esa unidad, se aparece Jesús deseándoles la paz.
Que importante es la comunidad para vivir nuestra fe, los discípulos reunidos, nos dejan como enseñanza la unidad de la Iglesia. Para nosotros, el ejemplo de los seguidores de Jesús, debe animarnos a valorar la vida de la Iglesia desde la comunidad, cuanta riqueza tiene la parroquia como el lugar comunitario donde practicamos la fe y la compartimos con los demás.
Los invito, hermanos en Jesús, Maestro y Pastor a que procuremos una vida parroquial, una vida en comunidad y en unidad con la presencia del Párroco quien camina como pastor en medio de su rebaño.
Jesús en medio de los Doce los anima a una misión importante: el perdón de los pecados. Todos nuestros encuentros con Jesús deben llevarnos a la realización de una misión.
Así pues, los discípulos aceptan la encomienda de perdonar los pecados y dicha misión ha llegado hasta nuestros días por manos de nuestros sacerdotes que en el Sacramento de la Reconciliación perdonan los pecados.
¡Cuánta riqueza tiene el Sacramento de la Confesión! Hermanos, procuremos asiduamente tan hermoso Sacramento, nos hace mucho bien para nuestra salud espiritual pues nos ayuda y prepara para las más duras pruebas en nuestra vida de fe.
También es bueno reflexionar como se encuentra nuestro corazón con respecto a perdonar a los que nos han ofendido. En los evangelios, la invitación de Jesús es clara: perdonar a los que nos ofenden, vivamos la misericordia siendo misericordiosos.
Con mi oración, cercanía y gratitud.
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