Un equipo de investigadores liderado por el IrsiCaixa, el Centro de Investigación en Sanidad Animal del IRTA-CReSA y el Barcelona Supercomputing Center, ha desarrollado dos nuevas candidatas a vacuna contra el COVID-19 que han demostrado en fase preclínica una capacidad superior para aumentar la producción de inmunógenos en comparación con las vacunas del mismo tipo ya comercializadas.
Según el estudio publicado en la revista científica Nature Communications, estas vacunas, denominadas S29 y V987H, están basadas en versiones mutadas de la proteína de la espícula (proteína S) del SARS-CoV-2. Dichas variantes han mostrado aumentar hasta cinco veces la producción de esta proteína en comparación con otras vacunas actualmente en uso.
La proteína S ha sido el foco de muchas vacunas contra la COVID-19 debido a su importancia en el proceso de infección y su capacidad para activar el sistema inmunitario. Sin embargo, su inestabilidad y cambios de conformación han sido un desafío para su producción eficiente. Es por ello que las vacunas desarrolladas hasta el momento han estabilizado esta proteína mediante mutaciones.
Mediante técnicas de supercomputación, el equipo identificó nuevas mutaciones que mejoran la estabilidad de la proteína S. “Hemos escogido las mutaciones que nos ofrecían una versión más estable de la proteína S, con una mejor exposición del dominio RBD”, explicó el investigador del BSC-CNS Víctor Guallar.
Las variantes S29 y V987H han demostrado en modelos preclínicos mejorar la producción de proteína S y ofrecer protección contra el progreso a infecciones graves, así como reducir la cantidad de virus en los tejidos en enfermedades moderadas. Además, han mostrado efectividad contra variantes como ómicron, beta y D614G del SARS-CoV-2.
Estos hallazgos sugieren un prometedor avance en la lucha contra la pandemia, ofreciendo nuevas posibilidades para el desarrollo de vacunas más eficaces y adaptadas a las cambiantes capacidades del virus. “Estudios como este son fundamentales para la creación de nuevas generaciones de vacunas e identifican modificaciones que podrían optimizarlas”, destacó el investigador del IRTA-CReSA Joaquim Segalés.
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