Uno de los aprendizajes escolares, pero también de la cotidianidad en la que vivimos, es reconocer el rol social que tenemos en la familia, en la calle, la escuela, en el centro de trabajo y en la propia iglesia.
Aunque vivamos en un país libre y democrático y la creencia religiosa nos inculca que ‘no existen’ las clases sociales… La realidad es que en todos los contextos hay ‘asegunes’.
La frase popular de “cuanto tienes… cuánto vales” nos ubica en un estatus que pudiera ser cierto, pero también equivocado, todo depende del ‘cristal con el que se mire’-.
Estudiosos del tema admiten una muy amplia discusión de pertinencia a una clase social en México y apegándose a la teoría económica que reconoce a las sociedades baja, media y baja.
Para dar cabida a una clase social no tan baja, los economistas han dividido a la media en Median alta y Media Baja. Aunque los políticos de todos los tiempos aseguran un debate de reducción o ampliación de pobreza en México.
Para el presidente mexicano, Manuel López en este su sexenio, es clara su postura cuando afirma “Hasta ahora lo que más satisfacción me produce es que hemos logrado reducir la pobreza. Eso es para mí, lo más satisfactorio. La pobreza y la desigualdad, a pesar de que nos tocó enfrentar la pandemia y otros factores externos”. Desde luego que hay posturas en contrario.
La Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO, institución de dependencia del gobierno federal) afirma que “…existen seis clases sociales en México que dependen de las funciones, costumbres, situación económica y poder adquisitivo de las personas…”
Según PROFECO, existen las clases sociales Baja-baja, Baja alta; Media baja, Media alta; Alta baja y Alta, cada una con sus características propias como la que se podría poner en primer o último lugar, según la óptica:
Los mexicanos ubicados en la clase Baja-baja, son 35 de cada 100 mexicanos, con trabajadores temporales, comerciantes informales, inmigrantes, desempleados y personas que viven de la asistencia social, ya sea pública o privada.
Los mexicanos de la clase Baja-alta: son los obreros y campesinos (20 de cada 100), que se puede decir son la fuerza física de México, su ingreso mensual es poco más del salario mínimo.
La clase social Media-baja, se compone por los oficinistas, técnicos, supervisores y artesanos calificados (20 de cada 100), que caracterizan por tener ingresos estables, aunque estos no son altos.
Quienes pertenecen a la clase social Media-alta: son los hombres de negocios y ‘profesionales que han triunfado’ (14 de cada 100), quienes están en este sector no sólo cuentan con ‘ingresos estables’, sino que también son ‘bien remunerados’ en sus áreas.
Los de niveles ubicados en la clase Alta-baja, es porque pertenecen a familias con un ‘alto poder adquisitivo’ (5 de cada 100) con ingresos estables y cuantiosos. Aunque superados por el siguiente nivel: los de la clase Alta-alta, (1 de cada 100) definida como un sector en el que las familias son ricas desde hace varias generaciones y ya “olvidaron” cuándo o cómo obtuvieron su fortuna.
Desde luego quien sabe contar, se percata que si cuenta los porcentajes de cada nivel son (35+20+20+14+5+1=95) faltaron cinco… Las cuentas fallan, el método, la reflexión. Algo anda mal.
El estudio publicado por Daniel Zainos en Milenio, está tomado del ‘Programa Nacional de Protección a los Derechos del Consumidor 2013-2018′ y según su percepción, en todas las clases sociales, según PROFECO, las posesiones son un indicador de estatus.
Teóricos de la economía, sociólogos, antropólogos, etc., defienden la teoría de que las clases sociales es un concepto demasiado ambiguo, porque quienes lo abordan consideran ingresos y posesiones financieras muy disímbolas o diferentes y hasta variantes.
Finalmente, esto de la pobreza y los indicadores sigue siendo una buena fuente de inspiración para los discursos políticos de cualquier candidato que con o sin base teórica, explota el tema.
Los mexicanos y los mexicanitos, a pesar de la ubicación de los economistas, los ciudadanos y sus familias, siempre vamos a rechazar nos tilden en un grupo menor porque somos ‘aspirasionistas’ -según del decir presidencial- rechazamos el lugar en el que nos ubican y generalmente nos colocamos en una clase social más alta.
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