Negocio transnacional que articula empresas y actores legales e ilegales: aduanas, banqueros, políticos, fabricantes de armas, transportistas, traficantes de drogas y personas, grupos armados, industrias culturales, etc. El dinero circula globalmente.
De acuerdo con Global Financial Integrity, en 2017 este crimen generaba al año entre 1.6 y 2.2 billones de dólares. Sus negocios más redituables, tráfico de drogas y falsificación. Según la ONU, crimen organizado incluye toda actividad criminal con fin de lucro, de implicación internacional, relacionada con al menos 23 delitos. Este crimen refuerza la economía global y la élite político-económica al facilitar procesos de despojo, circulación y acumulación de capital, genera nuevos instrumentos de control, dominación, desplazamiento y eliminación de poblaciones. Como en una revolución, nuevos ricos “adecentados”.
Los grupos armados despojan y acumulan capital, tarea complementaria a las que realizan otras fuerzas “legales”. La corporación criminal se basa en mafias gremiales de familias y redes de familias con misma identidad étnica, nacional o religiosa. Su territorialidad estaba limitada.
Con el neoliberalismo y apertura de fronteras, las mafias hallaron nichos de negocio. Amparadas por grupos “legales” económicos y políticos, nacional e internacional, tomaron territorios y entraron a otros negocios. Establecieron alianzas con mafias para enfrentar grupos criminales e incrementar su zona de influencia de compra o venta o acceder a otras redes que les proporcionan impunidad y seguridad. La articulación nacional e internacional evolucionó hasta ser corporación criminal trasnacional.
Estas corporaciones crearon una red de operación global sin importar orientaciones político-ideológicas de sus gobiernos. Aunque dentro de cada nodo la organización es jerárquica, la comunicación entre distintos nodos es horizontal respondiendo a los intereses de la red, por eso de nada sirve detener al capo, o juzgar al político coludido, o multar al banquero que blanqueó dinero: la red seguirá intacta porque atacarla de raíz implica ir contra el propio sistema.
Las corporaciones criminales crearon una élite que interactúa con la burguesía nacional y trasnacional que rompe y modifica el tejido social. Han hecho de México un centro operativo que vende drogas a EE. UU., y le compra armas, que trafica con personas ilegalmente y son extensión del Estado que cobra impuestos y por “seguridad” y operan en centro y sur de América, y por el mundo.
Conocer y comprender su papel en la dinámica política y económica mundial de lo que sucede en México, permite entender las amenazas que enfrentamos y a encontrar las salidas que debemos y que el gobierno federal se niega a recorrer.
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