Hemos iniciado un nuevo mes, ya estamos en el quinto domingo del tiempo ordinario, ya muy próximos a comenzar el tiempo especial de la cuaresma, y el evangelio de hoy es continuidad del evangelio que escuchamos el domingo anterior. El día de hoy nos presenta a Jesús curando primeramente a la suegra de Pedro, después le llevan más enfermos y poseídos, los cuales Jesús continúa curando.
Después en la madrugada, Jesús se retira a un lugar solitario para orar, Simón y sus compañeros fueron a buscarlo para decirle que la gente lo andaba buscando, inmediatamente se va con ellos para continuar con su labor de curar y expulsar demonios, pero también anunciar el reino de Dios lo cual era su principal misión.
En este texto, Jesús nos deja claro que no descansa, que siempre está ahí atento a nuestras necesidades, aunque a veces pareciera que no nos escucha, pero, sin embargo, hoy nos deja claro que no es así, su preocupación por nuestras necesidades es grande y hoy nos lo demuestra, y nos enseña que no solo viene a curar nuestras enfermedades físicas, sino también las espirituales.
Algo importante que debemos aprender, es su amor y su misericordia para con nosotros, su espíritu de servicio y su ejemplo de oración constante, para poder realizar con mayor eficacia la misión tan importante que tenía. Este ejemplo de servicio y de gratitud lo vemos reflejado en la suegra de Pedro, que fue en este texto la primera en curar, vemos como inmediatamente se dispone a servirles.
Pidámosle a Dios que nos ayude a tener ese espíritu de servicio ante tanta necesidad que tienen nuestros hermanos. Cuenta una anécdota que un joven pasaba en un carro del año por un barrio pobre, cuando de repente alguien le tira un ladrillo el cual daña a su coche, inmediatamente se detiene el joven para reclamar al culpable por el daño causado en ese momento, pero descubre que se trataba de un niño pequeño quien lanzó el ladrillo.
El niño llorando le pide disculpas y a la vez le explica el por qué de su actitud, resulta que tenía un hermano en silla de ruedas, el cual se cayó y al no poderlo levantar, empezó a pedir ayuda, pero como nadie le hacía caso, optó por realizar esa acción no muy buena pero que dio resultado. El joven al momento le presta la ayuda y no reparo su coche de aquel golpe para recordar aquella acción realizada.
Lo mismo nos sucede a nosotros muchas veces, vivimos tan atareados en nuestras cosas, en nuestros negocios, en nuestros planes que no nos damos cuenta de las necesidades que hay a nuestro alrededor, vivimos tan aprisa que no vemos lo que sucede en nuestro entorno, ocupamos que alguien nos lance una piedra y termine con nuestra indiferencia.
Por otro lado, la oración es tan necesaria en nuestra vida para poder imitar a Jesús en el servicio al prójimo, y así encontrar la salvación, recordemos que seremos juzgados en el amor dado al prójimo por medio de las obras buenas, cuentan que la Madre Teresa de Calcuta en una ocasión ante el incremento de enfermos que atender en su comunidad, una hermana se acercó a ella para sugerirle que la hora santa se redujera a media hora, para poder atender los enfermos, lo cual ella se negó y sugirió que mejor se aumentara ese momento especial de oración, para que así se diera una atención mejor de caridad a los enfermos, así como Jesús lo hacía al tener espacio de oración para poder dar un mejor servicio a los hermanos.
Dios nos da la gracia de imitar su ejemplo de servicio incondicional y de amor al prójimo, así como darle un momento importante a la oración como fortaleza a nuestra vida. Dios sin nosotros sigue siendo Dios, pero nosotros sin él no somos nada, su amigo y servidor, Padre Lolo.
PBRO. JOSÉ DOLORES MUÑOZ TRUJILLO
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