Se aproxima la conmemoración de la revolución mexicana. En los centros educativos y las Instituciones públicas listos para el marcado asueto, desde el viernes sin clases, tampoco el lunes, hasta el martes 21. Así lo dicta calendario oficial, ¿Pero qué estamos sembrando en la
consciencia nuestra y de nuestros hijos, sobre este movimiento que marcara un parteaguas en la vida democrática del país?
Hace 113 años, daba comienzo uno de los movimientos más importantes del Siglo XX. La Revolución de 1910, por ello: “Hijas de la Revolución” especie de reflexión y al mismo tiempo, ecos de las voces de reclamo ante lo injusto y el abuso del poder, en cualquiera de sus
formas. ¡Por ello que vivan las hijas de la revolución! Es para referirnos a las ideas, a las proclamas y voces que nunca callan, rebelándose al “status quo”, así sin miedo, con valor, que es como se hace verdadera “revolución”.
Contrario a ello, la comodidad y el confort, donde están los privilegios, las hijas de la revolución difícilmente se congregan, y mucho menos para combatir algo, “todo está bien” y “aquí no pasa nada”. Por ello la lucha impulsada por Francisco I. Madero, pugnando por cambios ante el régimen de más de 30 años de Porfirio Díaz, cuya lección histórica, arroja que la perpetuidad en el poder, genera vicios, además de descontento popular, tarde o temprano.
Hoy en día México, de régimen democrático, ha costado, no ha sido gratis, el hecho de contar con el Estado mexicano con los valores de la democracia plasmados en las arterias de su historia que es como se construye en modo perfectible, más nunca perfecta, mucho menos
acabado en su proceso.
De esta manera, las semillas de la educación, garantizando el acceso, a través de una educación pública, gratuita y laica, pero también el ejercicio equitativo de los derechos laborales, a jornadas justas, no excesivas; la distribución de tierras para los campesinos, entre muchos
otras han sido en mucho “hijas de la revolución”.
Además de las ideas, de esa lucha cuya victoria, se selló con la Constitución de 1917, y el triunfo de la revolución con la consagración de los derechos sociales, donde también la mujer ejerce desde aquella época, una justa lucha, dignas de ser hijas de la revolución, aún así hayan sido injustamente olvidadas y entre quienes se encuentran: Matilde Montoya, que desde los 16 años se graduó de partera, primera médica egresada de la Escuela Nacional de Medicina, y fundadora de la Asociación de Médicas Mexicanas en 1923.
Adelaida Arguelles, en el ámbito educativo; ya que a pesar de estar reservado estudiar a los varones, logrando fundar el Congreso Nacional de Estudiantes.
Paloma Guillén, primera mujer embajadora de México, maestra de docena de diplomáticos y a pesar de ello su tarea fue relegada. Hermila Galindo, activa promotora de los derechos sexuales para las mujeres, exigió el derecho al voto femenino.
Juana Belem, periodista quien se atrevió a criticar al Presidente Porfirio Díaz, abriéndosele un juicio, del cual al final resultó absuelta. Mimí Derba, fundadora de la primera productora de cine.
Concepción Mendizábal, pionera ingeniera civil.
Clementina Batalla, fue la segunda abogada de México, y precursora del feminismo en el país.
Tina Modotti, controvertida fotógrafa.
Así la pluralidad de las ideas y los valores de las personas con visión incluyente y paritario, así como al respeto a los derechos humanos y la diversidad hacen justo frente en pro de la verdad sobre las hijas de la revolución. ¿O Usted que opina?
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