Esta vez les contaré que de niño y adolescente, siempre me gustaba ir a Ciudad
Mante (TAM), que está a 55 kilómetros al oriente de mi pueblo natal de Ocampo,
Tamaulipas y que por la década de los setentas, el único medio de transporte eran
los autobuses de “Líneas Unidas Mante-Xicoténcatl (LUMX)”.
A esa edad, venir a la “urbe cañera” con mi entrañable tía Ana María Cedillo Abundis
(+), quien nació en marzo de 1939 y fue hermana de mi madre, María Irma Cedillo
Abundis (+), nativa de “El Vergel de Tamaulipas”, “era todo un ritual” desde la salida
en la terminal camionera de LUMX, que se localiza por la calle Juárez de Ocampo.
Cada sábado mi consanguínea, quien en ese entonces era Maestra de “Ciencias
Sociales” en la secundaria local “Benito Juárez” y un servidor, salíamos en el bus
de las 8 am y llegábamos a las nueve de la mañana y por la tarde, tomábamos la
unidad de transporte a las cuatro y arribábamos a Ocampo, alrededor de las 5 pm.
Como anécdota les cuento, que mi corazón palpitaba fuerte, en el tramo “El Limón-Mante”, a la altura de lo que hoy es el cuartel de la Guardia Nacional, puesto que a
partir de allí, observaba al sur, el imponente “tubo de escape” del ingenio de Ciudad
Mante, lo que indicaba que estábamos a pocos minutos de pisar la tierra prometida.
A pesar de que era muy adolescente, sentía gran emoción al aterrizar en la central
camionera de LUMX, ubicada por la avenida Pablo L Sidar hoy “Manuel Cavazos
Lerma” y de ahí salía con mi acompañante, en dirección a la plaza principal “Plutarco
Elías Calles”, de Ciudad Mante, Tamaulipas.
La primera escala consistía en tomar una malteada con mi tía Ana María, en una de
las cuatro refresquerías de la plazoleta y en las se dominaban las edificaciones de
la parroquia de “Nuestra Señora de Guadalupe” de la calle Hidalgo y para el lado
norte divisamos el “Palacio Municipal” de El Mante, Tamaulipas.
Luego caminábamos hasta la esquina Juárez y Morelos, donde se encontraba la
conocidísima farmacia “Mante” y todavía proseguíamos, unos cien metros al
poniente por la arteria Juárez, en donde detectábamos el Banco Mercantil de
Monterrey (hoy BANORTE), que se localizaba en el cruce con Zaragoza.
Incluso como era ya el tiempo de la comida, nos enfilábamos al restaurante “El
Peñasco” de la vía Zaragoza, justo a la altura de una “estación de taxis”, en la que
degustábamos deliciosos sopes, bien surtidos de frijolitos negros, carne deshebrada
de res, queso, lechuga, salsa picante para la ocasión y un postre del día.
Una vez ingeridos los sagrados alimentos, continuábamos la ruta hasta tocar base
en la panadería “Tamatán”, ubicada por la calle Juárez, justo a media cuadra
adelante, con rumbo al oriente del “Palacio Municipal” y aquí mi tía adquiría una
bolsa de conchas, margaritas, bisquets, mantecadas, orejas, cuernitos y birotes.
Cerca de la una de la tarde, tocaba saludar a mi tía “Conchita” Cedillo (+) que vivía
por la calle Manuel González, de ahí continuaba nuestro recorrido hasta la vía
Paniagua con mío tío Manuel Cedillo (+) y a un costado vivía mi tía Lupita Abundis
Estrada (+), hermana de Doña Anita y quien tenía un “puesto de venta de golosinas”.
Después de efectuar la última visita con tía Ignacia Cedillo (+), residente de la
colonia “Miguel Alemán”, mi tía Ana María “nomás veía el reloj de mano que
portaba”, “pensando en que, no nos dejara el autobús”, por lo que había que caminar
con prisa, pues estábamos a unos dos kilómetros de distancia de la terminal LUMX.
Ya con el tiempo encima todavía llegábamos a la tienda de ropa “La Famosa”, que
se ubica cerquita del Mercado Municipal, que está situado en la esquina de Guerrero
y Zaragoza de la zona centro de la “urbe cañera”, aquí mi tía Ana compraba su
dotación de veladoras y un kilo de cacahuates para el camino.
En el interior del mercadito, cruzábamos varios locales en los que vendían juguetes
baratos y en esos momentos miraba a la Parienta, con cara de sobrino consentido,
diciéndole “no podemos llegar a Ocampo, sin un carrito” y con esa frase, mi tía
captaba la señal, teniendo que comprar “mi cochecito nuevo para el estreno”.
“Sin querer queriendo” los sábados mi consanguínea y un servidor, caminábamos
hasta “cuatro kilómetros”, por las principales calles y avenidas de Ciudad Mante y
en punto de las 16 horas ya estábamos saliendo con rumbo a Ocampo y claro que
tarde se me hacía para llegar a mi pueblito, a fin de jugar con “el carrito nuevo”.
Facebook/olimpobaezcedillo Twitter: @guiadelbien
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