Apenas en la colaboración anterior, la escribidora abordaba la realidad crítica de anti valores, de que se han plagado muchos ambientes, incluso ámbitos que nos cuesta trabajo admitir que también ha permeado la ausencia de la práctica de los valores. No muchos se atreven a decirlo, porque “así son las cosas y ni que hacer”.
En nuestra sociedad, desde cualquier ángulo que se le observe, lo más profundamente necesario en la vida de las personas no es precisamente autos lujosos, mansiones, joyas, posesiones y en general una vida de excesos, sino de v a l o r e s. No digo que quienes gocen de todo ello, son gente sin valores, sin embargo hay quienes tampoco tienen nada de eso, y tampoco tienen
valores.
Hablar de valores, considero es especie de GPS, nos va guiando por donde andamos, para tomar la dirección correcta y no perdernos. Al hacerlo, las personas tenemos muchas más posibilidades “de llegar a buen puerto” y no caer en las garras del egoísmo o del materialismo recalcitrante, justificando con aquello de “el fin justifica los medios”.
En vez de eso, la brújula de los valores, que acompaña de por vida a los seres humanos a través de consejos de padres, abuelos y ancestros a través de ejemplos, como la honestidad, el
respeto, responsabilidad, el compromiso, disciplina, pero también la amabilidad, lealtad, la verdad, la paciencia, la gratitud, humildad, el esfuerzo, la bondad, ¡la empatía! y muchísimos más.
Que grata experiencia encontrarnos con gente de valores, que en la metáfora del GPS, nos conduce o reconduce hasta el estar bien y sentirte bien, pleno y feliz, porque además eso no se mira a simple vista, sino que se siente en el trato, en la conducta, en los actos cotidianos de los individuos, al ser todos seres sociales.
Ahora más que nunca, tenemos a quienes sin el más mínimo esfuerzo, por ejemplo quieren alcanzar todo tipo de logros, cuando es un proceso y a veces de muchos años, a través de la conjunción de valores, como la paciencia, constancia, y perseverancia, el compromiso, y la disciplina, por mencionar solo algunos.
En otras palabras, el éxito con bases y no superficial, efímero y hueco, como ocurre con algunas figuras del emergente mundo virtual, donde gente sin más mérito, carrera o preparación, se convierten en famosos “influencers” que de lo único que influyen es en el antivalor. Desde luego honrosas excepciones.
Una sociedad decadente, en progresiva degradación que nos lleva a cuestionarnos una y otra vez, ¿Qué dejamos de hacer como sociedad para no tener un mundo mejor? y ¿Qué podemos empezar a hacer para contrarrestar los efectos lastimosos que provoca la generalizada ausencia de valores?
Otro ejemplo, para muestra evidente de lo que hablo, la corrupción que se ha adueñado de sociedades enteras alrededor del mundo, y que no es exclusivo también hay que decirlo de ambientes gubernamentales o de las empresas, también de grupos de personas e individuos en lo personal que a base de este “cáncer”, en su conjunto le hacen daño al resto de sus semejantes y a la propia comunidad que ahora es más global que nunca.
Por todo esto, celebro que haya esfuerzos, como el Encuentro Mundial de Valores, con varias ediciones desde hace 15 años, impulsando el cambio con valores, esto desde luego desde sociedad civil, y además sin ánimo de lucro, a través de la perseverancia de su equipo fundador que lidera Cristina González en Monterrey, quien ha sabido articular importantes alianzas, para dar vida a una renovada visión de la sociedad, la sociedad con valores.
En la región noreste, a decir verdad este es uno de los eventos de Octubre más esperados, ojalá estimados lectores, no solo se visitara Monterrey, para asistir a las mega cantinas, o los mega conciertos de personajes que no aportan mucho más que “fama”. Sino que tomemos estos puntos de encuentro para el ser, y no solo para el tener. Además la Armonía Social y la reconciliación, que es el concepto que abandera este año el Encuentro, viene muy a tono a los retos más recientes de nuestra sociedad convulsa. 𝑶 ¿𝑼𝒔𝒕𝒆𝒅 𝒒𝒖é 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒂?
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