No podemos decirnos sorprendidos por la actual tercera ola de calor que asola a
México. Desde 1992 el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)
pronosticó que año con año las temperaturas serán cada vez más extremas
marcando nuevos récords. El consenso mundial es de que el Cambio Climático es
la amenaza más importante para la humanidad. Su impacto alcanza todos los
sectores de la sociedad, siendo la salud el foco de atención en toda acción que se
emprenda.
Para prepararse y responder, México siendo uno de los países con mayor
vulnerabilidad a los efectos de este fenómeno, creó el Programa Especial de
Cambio Climático (PECC) 2009-2012, que fue actualizado en el de 2019-2024.
Pese a lo que digan los negacionistas, la crisis ambiental y el cambio climático
son realidades tangibles, pruebas de que la actividad humana es un motor que
contribuye a la mayor parte del calentamiento global.
El viernes 16 en Tamaulipas el Dr. Vicente Joel Hernández, Secretario de Salud
reportó que se habían registrado 12 casos de golpe de calor, un fallecimiento y
otros reportes en evaluación. Para el sábado ya había 20 personas intenadas.
Por su parte ese mismo día, la Maestra Lucía Aimé Castillo, Secretaria de
Educación informó que considerando que al menos 16 por ciento de poco más de
3 mil planteles educativos, no cuentan con aires acondicionados, o tienen techo de
lámina, carecen de ventiladores, de electricidad o/y de agua potable, había girado
la indicación de suspender las clases presenciales para migrar a clases a
distancia, en un período temporal que tendrá vigencia al viernes 23 de junio, fecha
en se espera hayan pasado los días de temperaturas más altas de esta ola de
calor.
El sábado en reunión con su gabinete de salud, educación y protección civil, el
gobernador Américo Villarreal instruyó la suspensión de las clases en los planteles
escolares cuando la temperatura alcance los 45 grados, así como interrupción de las
actividades al aire libre. En salud para proteger a los pacientes y al personal, indicó
que se diera atención al funcionamiento de los sistemas de aire acondicionado de las
unidades médicas.
También dispuso que los espacios públicos del gobierno del Estado, como Centros de
Convenciones, Centros Culturales, el Polyforum y museos que tienen instalaciones
climatizadas permitan la entrada al público en general para refrescarse del calor
extremo.
De esta manera, el gobierno del estado a través del Sistema Estatal de Protección
Civil, la Secretaría Salud y la Secretaría de Educación dió una respuesta
inmediata a la contingencia climática complementado con un operativo de
información, prevención y protección a la población en general, especialmente a
los menores, personas mayores, personas con enfermedades crónicas,
cardiopatías, obesidad y otros grupos con riesgo de sufrir daños a su salud por el
calor extremo.
Según los Centros Nacionales de Información Ambiental (NCEI), la NASA y otras
organizaciones, el año 2022 fue más cálido que 2021, continuando la tendencia
creciente del calentamiento a largo plazo del planeta. Su temperatura fue 0,86 °C
superior al promedio de las temperaturas globales, terrestre y marina.
Así el año 2022 fue el sexto año más cálido desde 1880 y el de mayor temperatura
en el siglo XX. Anteriormente se explicaba que en los años del fenómeno del Niño
se registraban las temperaturas más cálidas, y que en los años del fenómeno de la
Niña estaban los más fríos; sin embargo los registros actuales muestran lo
contrario. Es claro que la ciencia no cuenta con un nivel de conocimiento
suficiente para comprender y predecir a mayor plazo los fenómenos climáticos.
En México y especialmente en el norte del país, el calor que experimentamos en
este fin de primavera, será superado por el de la canícula (3 de julio al 11 de
agosto), marcando un nuevo récord que seguramente será rebasado en 2024.
Sobre aviso, no hay engaño.
La ola de calor en que nos encontramos inmersos, se acompaña además de una
sequía prolongada y de un déficit en el abasto de agua para consumo humano, lo
que resulta en un incremento de los riesgos y daños a la salud y a la vida de las
personas de las regiones afectadas. Su efecto sobre la producción agrícola y
pecuaria puede repercutir en la dimensión alimentaria. Por lo tanto, tomando en
cuenta su intensidad, extensión y daños sobre la salud, la economía y la vida
social en general, puede considerarse como una emergencia socio-ambiental.
Por lo menos desde hace una década, organismos internacionales y centros de
investigación especializados, han generado diagnósticos detallados y planteado
exhortos, convocatorias y acuerdos para que los países, gobiernos, sociedad y
ciudadanos, diseñen e implementen políticas, planes, programas, operativos,
sistemas de alerta y protocolos para prepararse y actuar de manera efectiva antes,
durante y después de las contingencias, a fin de fortalecer su resiliencia ante esta
crisis medioambiental del nuevo milenio.
En la reunión de la COP27 realizada por las Naciones Unidas en noviembre de
2022, se abordó el tema del cambio climático en la salud y la implementación del
Plan para proteger del clima la salud a los indígenas, migrantes, niños, personas
con discapacidad y otros grupos vulnerados, mediante la promoción y respeto de
sus derechos humanos, para un ambiente limpio, saludable y sostenible y a los
servicios de salud.
En esta reunión México, participo a través del Canciller Marcelo Ebrard, el cual
anunció el compromiso de nuestro país en aumentar la meta no condicionada de
reducción de gases de efecto invernadero (GEI) de 22% a 35% en 2030 y de
manera condicionada hasta el 40% en 2030.
Además ratificó la meta de reducción de las emisiones de carbono negro de 51%
de forma no condicionada en 2030, y 70% de forma condicionada. Enfatizó la
importancia que México da el mantener en el centro de toda acción climática el
bienestar de las personas, la justicia social y el derecho a un medio ambiente
sano. Para lo cual anunció el fortalecimiento en el Plan Nacional de Adaptación.
Sin embargo la aplicación concreta y los resultados en temas tan delicados y
urgentes como los del clima y la salud, están todavía distantes de lo requerido. Por
ejemplo, el Atlas Nacional de Riesgos (ANR), no registra las olas de calor. Ni
existen todavía planes de emergencia y de contingencia específicos para las olas
de calor, como los que existen en caso terremotos, huracanes o del COVID-19.
Si nuestro modo de producción destructor del ambiente es imparable y el
calentamiento global es nuestro destino, está claro que la tarea a nivel mundial,
nacional y estatal, es la adopción de sistemas de alerta y de estrategias de
adaptación realmente eficaces que logren una mejor gestión de las emergencias y
desastres, para poder proteger mejor a las regiones, localidades, grupos sociales
con mayor riesgo y vulnerabilidad, de manera que estén seguras en los lugares
donde viven, estudian, trabajan y en su desplazamiento en los lugares públicos.
Cierto que Tamaulipas es de una naturaleza prodiga en recursos, pero también en
huracanes, sequías, escasez de agua y temperaturas extremas. Los golpes de
calor son eventos que cada año se presentan en nuestro estado, por lo tanto es
necesario de que todos nos sumemos a la tarea de anticiparnos, darles respuesta
rápida y mitigar sus riesgos y daños. Solo mediante la construcción de un país y
un estado seguro, sostenible y resiliente podremos afrontar el cambio climático
¡Todos a cuidarnos y cuidar a los más vulnerables del calor!
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