Con las oleadas de espectadores que acudieron a los cines en México, para ver la
película “One Direction: This is US”, me queda claro que dicha industria está más
vigente que nunca y que tales largometrajes, se encuentran disponibles en Alta
Definición, en sistemas de cable e internet y en 3D para pantallas IMAX.
Por esta razón, me comuniqué en el 2013 con mi paisano el Señor Álvaro Abundis
Noriega (+), que radicaba en el Distrito Federal, para que me contara acerca de la
historia del Cine en “El Vergel de Tamaulipas” y revela que en la década de los
cincuentas, existieron los cines “Ocampo” y “Reforma”.
El primero era del Dr. Delfino Escobar, que se ubicaba en la calle Hidalgo frente a
la plaza principal, en un local de la familia Llarena y el otro fue propiedad del Sr.
Chón Constantino, Cineasta de Profesión, que también se localizaba en la misma
plazoleta, pero sobre la vía Emiliano Zapata, en un recinto del Sr. Felipe López.
Como en las mejores esquinas del mundo, aquí se daba una fuerte rivalidad por
dominar las carteleras cinematográficas, que en esa época sufrieron un tremendo
impulso con la película “Allá en el rancho grande”, con Tito Guízar, Emilio “Indio”
Fernández, la actriz Esther Fernández y bajo la dirección de Fernando de Fuentes.
El ocampense Álvaro Abundis, cuenta que para entonces pasaban películas como
“El Charro Negro” de Raúl de Anda, “Las Calaveras del Terror” y otras estelarizadas
por Joaquín Pardavé, Luis Aguilar, Sara García, Dolores del Río, María Félix, Pedro
Armendáriz y ya sonaban las producciones del español Luis Buñuel.
Los cinemas de Ocampo, tenían una capacidad de 200 aficionados al Séptimo Arte,
contaban con butacas de madera, las proyecciones eran en blanco y negro, había
intermedios para que la gente comprara refrescos, palomitas y golosinas, además
que las funciones se daban los sábados y domingos y hasta con matinée.
Cobraban cincuenta centavos la entrada o un peso, sí era algún estreno, las cintas
se conseguían en la frontera con Estados Unidos y de allá mero, irrumpieron las
películas western de balazos y diligencias de caballos y subtituladas al español, con
actores de “Hollywood” como Gene Autry, Doris Day y Jean Simmons.
“Cácaro, cácaro”, gritaba el auditorio al momento que se presentaba una falla
técnica en el equipo, dicen que por esos lustros arribaron a Ocampo, el cine
ambulante de los húngaros, que eran gitanos dedicados a confeccionar cazos de
cobre para fritangas y las mujeres adivinaban la suerte a los enamorados.
Cada cine con la ayuda de un aparato de sonido, daba avisos a la comunidad,
felicitaciones y propaganda, mientras que las películas nacionales y extranjeras,
fueron una novedad y bien recibidas por los cinéfilos de corazón, como anecdotario,
esta diversión popular duró de los cuarentas a los sesentas.
La mayoría de los asistentes al cine eran familias nativas de lugar, como los Señores
Raúl, Jesús y Luis Meléndez, Jerónimo y Casimiro Piña, Martiniano, Catalina,
Barbarita y Socorro Alfaro, María de Jesús Guerra, “Pancha” Torres, cónyuge de
Tano Cedillo y Gabriela Palomares, consorte de Chón Constantino.
Al igual que Adela y Elvia Palomares, esposa de “Gume” Meléndez, así como el
Alcalde de Ocampo, Alejandro Padrón, padre del Sr. Hugo Padrón, allí en el cruce
de Hidalgo y Pedro J. Méndez, operó un hotel del Sr. Servando Cervantes en la
planta alta de un galerón, de lo que hoy es un negocio de Doña “Mila” de León.
Por años trabajaron unas refresquerías en la plaza, de los Señores Andrés
Meléndez y Roberto Hernández, así como una cafetería del Sr. Manuel Yee y otra
de un señor de apellido Yong, en el espacio de la actual “Casa de la Cultura” y la
reina de las fiestas del Carnaval en ese tiempo, fue la guapa Rosalinda Elías.
En ese entonces Ocampo gozaba de una economía galopante y los fines de semana
eran propicios para hacer negocios en la plaza principal, primordialmente la
compraventa de maíz, frijol y ajonjolí, que traían los campiranos en costales en
bestias y los arrieros que llegaban de Tula con verduras, ajos, cebollas y tunas.
Tanto en Ocampo, como en la Ciudad de México, memorables cines que antes
vieron su periodo de opulencia, tal es el caso del “Continental”, “Orfeón”, “Teresa”,
“París” y “Polanco”, situados en pleno centro del DF, hoy lucen vacíos, abandonados
y en el olvido.
Directores como Steven Spielberg y George Lucas, pronostican una implosión en la
industria fílmica gringa, un aumento en los costos de producción y por ende en el
boletaje, los mayores retos provienen del encarecimiento de los efectos especiales
y otro desvelo, es la competencia de mercados como “Bollywood” en la India.
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