Una despedida que provoca gozo.
Nos estamos aproximando al final del tiempo de Pascua, este recorrido que
iniciábamos hace siete semanas se nos invitaba a que fuera con total alegría, pero este
domingo que celebramos la Ascensión del Señor pudiera provocar un aire de tristeza y esto
porque no podemos negar que toda despedida provoca melancolía al corazón, y hoy Jesús
se despide de sus discípulos, dice el texto: “se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una
nube lo ocultó a sus ojos” (Hechos 1, 9).
Pero es interesante lo que esta despedida provoca en los discípulos, ya que lejos de
sentir tristeza están “llenos de gozo” (Lucas 24, 52). Pero ¿por qué están alegres?, el gozo
que experimentan ante la despedida de Jesús surge en ellos por la certeza del gran don que
han recibido y que está por afianzarse, porque han tornado en esperanza aquella desilusión
que la muerte de Jesús les había provocado, pues Él ha resucitado y antes de ascender ha
dado una promesa “les voy a enviar al que mi Padre les prometió” (Lucas 24, 49), es decir
el Espíritu Santo, llegada que celebraremos el próximo domingo.
Así la alegría es el gran don de la Pascua, y al mismo tiempo es la señal de la presencia
de Dios que surge por el contacto y la experiencia de él, dice el Papa Francisco: “la alegría
del cristiano, por tanto, no es la emoción de un momento o simple optimismo humano, sino
la certeza de poder afrontar cada situación bajo la mirada amorosa de Dios, con la valentía
y la fuerza que proceden de Él” (Angelus 1º de noviembre 2021).
Y eso es lo que tiene que dejarnos esta celebración de la Ascensión del Señor la
certeza de que Él permanece con nosotros, aunque físicamente no lo podemos ver, su
fuerza nos lleva a afrontar la vida y ahí se da su alegría, retomo el mensaje del Papa
Francisco pues dice “los santos, incluso en medio de muchas tribulaciones, vivieron esta
alegría y la testimoniaron. Sin alegría, la fe se convierte en un ejercicio riguroso y opresivo,
y corre el riesgo de enfermarse de tristeza. Tomemos esta palabra: enfermarse de tristeza.
Un Padre del desierto decía que la tristeza es «un gusano del corazón», que corroe la vida”
(Angelus 1º de noviembre 2021).
Por ello permanezcamos, pues el próximo domingo “la fuerza de lo alto” (cfr. Lucas
24, 49) vendrá y renovará en nosotros la presencia constante de Dios que nos seguirá
motivando a ser testigos del Resucitado.
Muy bendecido y santo domingo.
Pbro. Fernando Emmanuel Reséndez Amaya
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