La vida es cíclica, de eso ya no hay la menor duda, todos los sucesos
del pasado se repiten regularmente, en ocasiones exactamente igual,
en otras con ligeros cambios pero con las mismas consecuencias.
¿Llegará la hora, algún día, en que surja un verdadero liderazgo en la
política que logre cambiar el destino final de la patria? No lo sé, lo que
si me queda claro es que la participación ciudadana no se hace en la
crítica constate sino en el ejemplo perseverante para llegar a un mejor
futuro.
Las estadísticas en Tamaulipas indican que del 100% de la sociedad,
sólo el 8% participa activamente en política y esta mínima
participación abarca a todos los partidos y las corrientes.
Pero lo relevante del caso, no es que parezcan tan pocos, sino lo que
representan, pues demuestra un parco interés de la sociedad en
general por acceder a los cargos de elección popular, lo cual permite
que desde el ojo crítico se repitan los nombres y que en la prensa se
mencionen los lazos consanguíneos, las sociedades y los
padrinazgos.
Como títulos nobiliarios, los patrones de los grupos reparten
candidaturas sin más mérito que la abyección demostrada, sin más
capacidad que la que cabe en la cartera, sin más preparación que la
mínima requerida para poder leer los periódicos.
Ellos representarán nuestros intereses, por obra y gracia de la apatía,
del poco interés, de la falta de compromiso y desde luego, como
monumento a la ignorancia, levantarán la mano para aprobar todo lo
que les digan, sin importar más que las instrucciones recibidas,
ejemplos hay muchos de vigencia permanente.
Hace ya muchos años que no se presumen en las campañas políticas
de cualquier partido, los logros académicos, las boletas de
calificaciones, los logros sociales, la honestidad comprobada, la
intelectualidad exhibida.
El currículo pues, como carta de presentación para poder aspirar, si,
aspirar a servir mejor.
Y luego la sociedad se queja, hace tiempo leí un estudio en el que se
reconocía que los jóvenes tenían la aspiración de llegar a formar parte
de algún cártel, por las grandes posibilidades que brindaban estos de
proveerles de dinero, drogas, vehículos y mujeres.
Lo curioso del caso es que cuando éramos jóvenes, en los años
setentas y ochentas, veíamos con interés el actuar de los Policías
Judiciales Federales, y también en ese entonces, por las mismas
razones, muchos jóvenes buscaban el ingreso a la corporación,
algunos con tan poca suerte, que no les alcanzó la vida, ni la libertad
para disfrutar su sueño.
Cada día la sociedad se parece más a la de nuestros vecinos del
norte, busca en las alianzas el bipartidismo impuesto y olvidamos las
ventajas del pluripartidismo, pues las candidaturas ciudadanas están
todavía muy lejos de hacerse realidad por la cantidad de trabas y
requisitos impuestos, pero además por el boicot permanente de los
partidos grandes y el de nuevo ascenso.
La participación en las urnas se verá disminuida, si el mercado
electoral persiste en prácticas nocivas, alejadas del compromiso social
que restringe la participación intelectual y libre de hombres y mujeres
que quieren un mejor entorno.
Los cacicazgos se mantienen vigentes cuando la sociedad lo permite,
la falta de interés propicia que no sean los más capaces quienes nos
representen y esto se convierte en un círculo vicioso, que atenta
contra el progreso.
Hoy podemos cantar a voz en cuello, como lo hacía Joaquín Sabina
cuando cayó el muro de Berlín; SE SUICIDÓ LA IDEOLOGÍA.
Jorge Alberto Pérez González
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