En 1929 el potosino Miguel Armijo Ramos, inició la vendimia de radios en
Ciudad Victoria. Se trataba del «Aparato R-45 Radio con Electrola y Radio R-32,
ambos Ideados por la Víctor, Diseñados por la Víctor y Construidos por la Víctor.» Al
año siguiente salieron al mercado otros diseños más modernos con
«…características de naturalidad, fidelidad, claridad y graduador de volumen.» (El
Gallito/24 de octubre/1929).
La nueva tecnología de comunicaciones se convirtió en tema de interés y
grandes expectativas entre los pobladores, quienes se reunían con curiosidad en
hogares y comercios donde escuchaban aquellos radiotransmisores voluminosos.
Quienes deseaban adquirir un radio de madera, podían hacerlo en la Casa de La
Música -Morelos No. 21 oriente.- concesionaria de la marca Brunswick de 8 bulbos,
provisto de regulador de voltaje y «…recepción muy amplia no conocida hasta la
fecha.» Este comercio ofrecía también discos y victrolas de la misma marca.
El invento generó un mercado propicio para las competencias comerciales.
Entre las primeras marcas surgidas en 1933, destacan los Radios Victoria de la
Mueblería La Malinche «Igual que los Mejores a Mitad de Precio.» Cuatro años
después el mismo establecimiento del 13 Hidalgo, adquirió la concesión de la
General Electric con modelos recientes: «La Demanda es Mayor que la Existencia»
destacaba un anuncio a los compradores. Todo este escenario, nos lleva pensar la
importancia y furor que despertó este medio de comunicación, entre los victorenses.
Conocedores de los avances de la radiotransmisión en otras ciudades en ese
momento, la mayoría esperaban con inquietud asomarse a través de esa ventana,
para escuchar desde la comodidad de sus hogares a los cantantes de moda, las
grandes orquestas y noticiarios de países lejanos. A propósito de entretenimiento,
igual podrían oír en vivo la transmisión de corridas de toros, partidos de beisbol,
mítines políticos y funciones artísticas. Además del cine y teatro, el arribo de la
radiodifusión a Ciudad Victoria, representó para sus habitantes otra opción de sano
esparcimiento.
Frente a esta novedad, varios negocios electrónicos y mueblerías
incorporaron a sus aparadores y catálogo de ventas, los nuevos modelos de la
naciente industria radiofónica. En esa época se estableció El Hogar Eléctrico de
Laura Sierra Bustamante, donde tenían la exclusividad de la marca RCA: «El mejor
radio del mundo y voz purísima.» Probablemente dicho negocio fue sucursal de una
empresa matriz de Tampico, propiedad del importador Wendel Cox, donde vendían
radios Philco: «Valioso modelo de sintonización extranjera dos Gamas, con saeta
reluciente indicadora de las estaciones, 8 Válvulas.» Para 1937, existía en el puerto
jaibo la célebre radiodifusora XEFW, donde actuaron ese año Luis G. Roldán «El
Cancionero Romántico», Las Tapatías y otros artistas.
En ese mismo contexto surgieron las prestigiadas marcas internacionales
Admiral, Zenith y Marconi, distribuidas por el piloto aviador Marcilio Cavazos en su
negocio de la calle Hidalgo. Además de interesarse por la aviación, fue un
apasionado de la radio y estudió por correspondencia un curso sobre reparación de
aparatos radiofónicos.
Parafraseando al escritor Alfonso Reyes, los aviones y la radio se convirtieron
en los mejores instrumentos unificadores de los mexicanos. Al mismo tiempo, la
radio generó una conexión entre la industria disquera, fábricas de aparatos
electrónicos, artistas y empresas relacionadas con el espectáculo de música
mexicana. En cierto sentido, la radio y los cancioneros Picot, promovieron la afición
al canto y ejecución de instrumentos musicales en todos los rincones del país.
Para entonces había llegado a la capital tamaulipeca, el joven ingeniero
Fernando Elizalde Ramos, hijo de Bernabé Elizalde propietario de la Peluquería
Palacio. Al instalarse, empezó a ejercer sus conocimientos profesionales adquiridos
en la Escuela Superior de Radio y Comunicación de la Ciudad de México. A mediados
de los treinta, instaló en la calle Matamoros 9 y 10 un taller de reparación y venta
de radios de bulbos, anunciándose como: «Constructor y Propietario de la
Radiodifusora de Onda Larga, que Próximamente se Inaugurará en Esta Ciudad.» Su
lema era: «Si su radio no canta, es porque está enfermo de la garganta.»
Por su formación técnica, Elizalde no era ningún improvisado en ese
ambiente. En 1937 solicitó ante la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas,
una licencia para operar la XE2-JS primera radiodifusora de la capital tamaulipeca,
de la cual existen pocas noticias. Funcionaba bajo la frecuencia o Banda de 43
metros en 7110 KS. Inferimos que la sede de la primera cabina transmisora, se
localizaba en su taller aunque eventualmente, hacía transmisiones a larga distancia
desde el lugar de los acontecimientos.
Una de ellas correspondió a la celebración de un banquete, organizado por la
Lógica Masónica de la capital y patrocinio de la Gran Lógica Masónica de
Tamaulipas, presidida por el Gran Maestro Carlos Nicolás Kauffman. En la comilona
celebrada en el Café Colón, estuvo el gobernador del Estado ingeniero Marte R.
Gómez. Ese día el ingeniero Elizalde y uno de sus ayudantes, trasladaron con
anticipación a sede de la calle Hidalgo y callejón 13, el material correspondiente
para estos casos: varios metros de cable, micrófonos, antenas, audífonos, consolas y
voluminosos aparatos para la transmisión en vivo. Después, puso en prácticas sus
habilidades para que la audiencia escuchara en sus hogares, discursos y brindis
encomendados a representantes de las logias de Nuevo Laredo, Matamoros, Villa
Juárez y Tampico.
A pesar de las limitaciones, durante seis meses consecutivos de 1938
transmitió en el cuadrante de la misma emisora XE2-JS, varios programas de apoyo
a la campaña Pro-Redención Nacional durante el gobierno del General Lázaro
Cárdenas. Vale recordar que en marzo de ese año, el presidente había decretado la
expropiación petrolera.
Mientras tanto, Elizalde realizó otros viajes a la capital del país para
finiquitar los trámites legales de la concesión. Finalmente, en los primeros meses de
1939 le fue otorgado el permiso para una emisora local, bajo las siglas XEBJ. A partir
de su inauguración ese mismo año, se convirtió en la primera radiodifusora de onda
larga en esta capital.
Rápidamente, los aparatos de radio de bulbos -adquiridos en abonos o
facilidades de pago- jugaron un papel imprescindible en la mayoría de los hogares.
Ante la magnitud de la demanda, proliferaron los talleres especializados en caso de
descomposturas. Generalmente se trataba de bulbos averiados, debido a los
altibajos de la energía eléctrica. Para atender los desperfectos, acudían a los talleres
de Marcilio Cavazos y J. Hernández, quienes prestaban sus servicios de
radiotécnicos en la avenida Hidalgo. En los años cincuenta, en esa mismo sector se
localizaba la sede de Radio Nacional, después Casa Guajardo que se cambió a la –
Calle Morelos 13-.
En términos generales, estos datos abarcan los antecedentes históricos de la
radio en la capital tamaulipeca. Un interesante medio de comunicación que a pesar
de las redes sociales continúa vigente, aunque con distintas características. Por
ejemplo, la modalidad FM es la que más escuchan ciertos sectores de la población,
sobre todo en automóviles y teléfonos celulares.
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