Un 27 de febrero, pero de hace un año, se detectó en nuestro país el primer caso
de COVID-19. Fue un mexicano que había viajado a Italia y tenía síntomas
respiratorios leves. Habían transcurrido solo 58 días de que China reportó a la
Organización Mundial de la Salud (OMS) el probable surgimiento de una nueva
enfermedad respiratoria.. Debido a la integración de nuestro país con el mundo
globalizado, la expansión del COVID-19 en México fue muy temprana
Para el 30 de abril, los casos confirmados eran 19224 y las defunciones 1859, las
cuales correspondían a una alta letalidad de casi el 10%.
Esta rápida propagación del COVID-19, el escaso conocimiento sobre el virus que
lo causa (SARS CoV-2), la carencia de medicamentos curativos y de vacuna, así
como las características de las personas que desarrollaban la enfermedad
(obesos, con hipertensión, diabetes, adultos mayores, trabajadores del sector
informal, con malos hábitos higiénicos) y de los recursos médicos que requerían
para su oportuna y efectiva atención (personal de salud especializado en
suficiente en cantidad y con adecuada capacitación en centros de salud, clínicas y
hospitales, con consultorios, camas, para urgencias, hospitalización y unidades de
cuidados intensivos y hospitalización para casos graves), presagiaba ya los
estragos que causaría a la población y economía de México
La mayoría de esos primeros los casos de COVID-19 fueron de la Ciudad de
México. Para ese mismo periodo, China había reportado 80304 casos con una
tasa de mortalidad del 3,66%.
El 31 de diciembre de 2019 China había registrado 26 casos de una enfermedad
respiratoria que evolucionaba a un cuadro grave y que habían sido contactos en el
mercado mayorista de mariscos Huanan de Wuhan, de una persona fallecida con
diagnóstico de neumonía de etiología desconocida.
El 5 de enero la OMS informó al mundo, de la existencia del brote de Wuhan.
Fue hasta el 7 de enero de 2020, que el Centro Chino para el Control y la
Prevención de Enfermedades logró aislar e identificar a un coronavirus (al que se
denominó como SARS-CoV-2) como el agente causal de esta neumonía
desconocida relacionada con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS). Este
coronavirus (de un genoma formado por una sola cadena de Ácido Ribonucleico
(ARN).guardaba gran similitud con el SARS-CoV descubierto en 2003. También se
descubrió su semejanza con el virus MERS-CoV, coronavirus del síndrome
respiratorio del Medio Oriente.
Este tipo de virus causa enfermedades en animales y humanos, que pueden ser
infecciones respiratorias, como el resfriado común, o infecciones más agudas,
graves y mortales como el coronavirus del COVID-19.
Por ahora se sostiene que el MERS-CoV fue trasmitido por camellos a los
humanos y el SARS Cov-2 por murciélago o pangolines.
El 10 de enero, la OMS emitió las primeras indicaciones técnicas para detectar los
casos, realizar pruebas de laboratorio y manejo epidemiológico-clínico de los
enfermos. Dos días después, comparte a los centros de investigación en el
mundo, la secuencia genética del virus causante de esta nueva enfermedad. El
día 13 Tailandia reporta la confirmación del primer caso fuera de China.
Es hasta el día 30 de enero y después de varias reuniones del Comité de
Emergencias, que el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la
OMS declara que el brote por el nuevo coronavirus registraba ya 7818 casos
confirmados en diversos países del mundo, por lo que constituye una Emergencia
de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII). El 3 de febrero publica el
Plan Estratégico de Preparación y Respuesta. En el Foro internacional del 11 a 12
de febrero, la OMS convoca a los investigadores del mundo al desarrollar
vacunas, medicamentos curativos y medidas de salud pública y atención de casos.
El 11 de febrero de 2020, la OMS anunció que el nombre de esta nueva
enfermedad sería COVID-19.
El 11 de marzo de 2020 la COVID-19 fue declarada como una pandemia. El 14 de
marzo de 2020, la Secretaria de Educación Pública adelantó el período de
vacaciones de Semana Santa, extendiéndolo del 23 de marzo al 20 de abril en
todas las instituciones educativas de todo el país.
El 20 de marzo la Secretaria de Salud de Tamaulipas reportó su primer caso de
COVID-19. Se trató de un hombre de 55 años, originario de Malasia y trabajador
de una empresa trasnacional ubicada en Tampico.
El gobierno federal decretó el 24 de marzo el inicio de la fase 2 de la pandemia
COVID-19, con la cual se suspendieron ciertas actividades económicas, se
restringen las congregaciones masivas y se recomendó permanecer en el
domicilio, especialmente los mayores de 60 años y a las personas con
padecimientos crónicos, así como embarazadas y puérperas.
A partir del 26 de marzo, el gobierno federal suspendió sus actividades no
esenciales, exceptuando las relacionadas con los servicios de seguridad, salud,
energía y limpieza. El 30 de marzo, se decretó una emergencia de salud nacional
en México, por COVID-19, extendiendo la suspensión de actividades no
esenciales en todos los sectores económicos del país, hasta el 30 de abril. El 21
de abril del 2020 se inició en México, la fase 3 por COVID-19, con la Jornada
Nacional de Sana Distancia hasta el 30 de mayo.
Hoy en el mundo se han registrado cerca de 114 millones casos, 2.5 millones de
defunciones 523 276 casos. 225.5 millones de dosis de vacunas aplicadas.
Después de por lo menos dos olas de la pandemia, se empieza a ver a nivel
global, un descenso esperanzador del 10 al 20%, en casos y fallecidos.
En México se estima hemos tenido 2 271 808 casos, 184 474 de fallecidos, una
tasa de mortalidad de 12%, 955 mil vacunados contra la COVID-19, de ellos
poco más de 562 mil con esquemas completos, una expectativa de aplicar entre
febrero y mayo un total de 106 millones de dosis. También en nuestro país se
registra un decremento de más del 20% de casos y defunciones.
Aún no hay medicamento curativo, pero tenemos ya vacuna en diversas
versiones, un sistema de salud en desarrollo para responder a esta y las
siguientes pandemias y crisis sanitarias, un considerable conocimiento social e
individual aprendido amargamente con la experiencia nunca imaginada de tal alto
número de pérdidas humanas que involucraron a familiares, compañeros de
trabajo, vecinos y amigos. También estamos sufriendo como consecuencia de la
COVID-19, una crisis económica de una proporción nunca antes vista en el México
de nuestro tiempo. Sin duda las generaciones actuales quedaran marcadas por
esta gran pandemia. La salida aún está lejos, no cabe la falsa confianza, pero
tampoco la negación, el pánico, el egoísmo y la confrontación.
En suma a un año de la llegada del COVID-19 a México, es necesario recapitular
lo que hemos vivido como personas, familias, ciudadanos, gobernantes,
instituciones, estado y país. Hagamos el análisis y el balance más razonable y
honesto posible. Luego respiremos profundo, retomemos el puesto y las tareas de
las que somos responsables, y sigamos adelante más fuertes, maduros, más
agradecidos y firmes para terminar finalmente con esta dura prueba que nos ha
tocado vivir.
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