El escándalo de los siervos de la nación en esto de la vacuna contra el COVID-19 a
los mayores de 60 años de edad y la toma de fotografía de la Credencial de Elector y del
mismo vacunado, causó molestias y ofensas entre la ciudadanía y los del serio color… de
partido.
La actitud de los siervos de la Secretaría de Bienestar causó molestia en los
ciudadanos inconformes por el mal uso que se dan a los datos personales registrados en la
credencial del INE, principalmente por los partidos políticos, además se sabe que esta
práctica es ilegal.
En todas las épocas -incluyendo la presente- a meses de la elección de que se trate, es
frecuente que la autoridad inmediata, sobre todo en el mundo de la burocracia, pidan a los
trabajadores los listados de nombres, con domicilio, número de INE, y de preferencia
fotografía de la credencial para votar.
El periodista Arturo Sánchez Jiménez, publicó en La Jornada, que el Instituto
Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales
(INAI), está coordinándose con instituciones del gobierno federal relacionadas al proceso
de vacunación contra el Covid-19, para afinar los protocolos y las medidas que garanticen
la seguridad de los datos personales de la población que acuda a vacunarse.
Sin embargo, pese a la garantía que refrenda el agonizante INAI para la protección de
datos personales de la población, la ciudadanía en general, poco cree en el buen uso de la
información personal. Dicen que la ‘Burra no era Arisca… La hicieron’
Lo malo es que no solo los partidos políticos ¿adquieren? la información de millones
de ciudadanos, sino que es sabido que bancos de datos completos son vendidos en el
mercado ¿negro? para hacer llamadas (teléfonos móviles o fijos), envíen correo (postal o
electrónico) y hasta visitas a domicilios particulares o laborales para la comisión de fraudes
y en el mejor de los casos, propaganda.
Hace unos días un exempleado, recién jubilado por el Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) recibió una llamada telefónica en su equipo móvil de una voz femenina bien
capacitada, con un tono de voz amable y muy persuasivo, que se identificó como empleada
del INFONAVIT, con la intención de ofrecerle al ex trabajador, un crédito.
Las cantidades que le manejaron fueron nada despreciativas, además le comentaron
que solo pagaría, aún por caja, 8 mil pesos mensuales y que solo serían entre 6 y 8 pagos
por la misma cantidad. El resto del crédito lo absorbía el Instituto.
Otro detalle es que “…con motivo de la pandemia, el INFONAVIT nos rentó unas
oficinas en el 16 Baja California No. 215 de Cd. Victoria, para mayor seguridad de los
trabajadores, donde los estamos atendiendo.”
Sin duda el trabajador se entusiasmó porque le dijeron que su nombre estaba en la
lista de trabajadores activos y no había problema porque ello significaba que podía hacer
uso de ese derecho.
Los requisitos iniciaron simples y poco a poco fueron más exigentes al grado que
solicitaron copias de las escrituras del predio donde se iba a aplicar el crédito, pese a que el
ex trabajador insistía en entregar documentación en las oficinas del INFONAVIT, siempre
había una razón para evitarlo, hasta que lo llamaron para la firma de la solicitud y al
revisarla se percató de que estaba en blanco, solo un espacio estaba lleno con datos de una
inmobiliaria.
El hecho hizo reflexionar al exempleado sobre preguntas simples: ¿De dónde
obtuvieron el número telefónico… el nombre… número de afiliación del IMSS…
cantidades…?
En una investigación periodística, con simples llamadas telefónicas nos enteramos
que es una inmobiliaria con oficinas centrales en Tampico, que trabaja en coordinación con
un despacho de arquitectos para avalúos de bienes raíces y vendedores en la capital de
Tamaulipas.
Por cierto, los vendedores o ‘empleados del INFONAVIT’, son quienes siempre dan
la cara a los clientes potenciales ¿o víctimas?, se caracterizan por ser jóvenes bien
capacitados para persuadir a los ‘beneficiarios’ y lo hacen bien.
Quizá valga la pena comentar que los vendedores son muchachos con carreras
universitarias concluidas, ya en la autónoma de Tamaulipas o en alguna privada, pero
cuentan con educación superior.
En la próxima entrega registraré nombres, números telefónicos y domicilio de las
empresas que, según ellos, rentan en el mismo inmueble del INFONAVIT un espacio,
porque aseguran que el instituto los remite a ellos. ¿Negocio redondo?
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