“Necesitamos la muerte del yo necesitamos MORIR DE INSTANTE EN
INSTANTE, AQUÍ Y AHORA, no solamente en el mundo físico, sino también
en todos los planos de la mente cósmica.” “QUIEN QUIERA LUZ, DEBE DAR
LUZ PARA RECIBIR SU PAGO.”
Esta pandemia ha hecho reflexionar a la humanidad sobre lo limitados en la
temporalidad de los seres vivos, mucho más sobre las metas, anhelos
insubstanciales y esquemas de vida que heredamos de nuestra sociedad, la que
tergiversó valores y sobre todo rumbo, convirtiéndonos en seres amorfos,
inhumanos, animalescos exaltando la riqueza material a toda costa y el goce de
los sentidos sobre la espiritualidad.
Día a día con mayor frecuencia nos enteramos de la muerte de personas que
preciábamos de sanas, profesionales de la salud, artistas, deportistas,
intelectuales, gente de valía que destacó y nos enseñó con su ejemplo de cómo
enfocarnos en una profesión logrando la excelencia.
Excluyendo obviamente su vida privada de la cual nadie tiene derecho a juzgar,
generalmente las personas de mente brillante o físico excelso que les permitió
vencer al cuerpo, generalmente los traiciona su inteligencia emocional la cual no
cultivan con su deporte, profesión o actividad.
No basta ser sobresaliente, lo emocional es la principal tarea a trabajar en la vida
de cada persona, no de balde la OMS considera que el 95% de las enfermedades
son psicosomáticas y sólo un 5% son de transmisión. De ahí que el sistema de
salud en el mundo deberá ser reformado para darle más espacio a los psicólogos
y psiquiatras.
La reciente muerte de Diego Armando Maradona conmocionó al mundo deportivo,
un hombre brillante en el control motriz de su cuerpo que hizo malabares con el
balón, terminó de una manera terrible por el abuso de las drogas y el alcohol, al
grado que no podía ni hablar, balbuceaba y debía ser cargado en sus traslados e
incluso para realizar sus necesidades más elementales.
Su grandeza nadie se la quita, fue su elección, su miseria también, vivió entre la
gloria y el infierno, querido y despreciado, fue flor y látigo, pero ejemplo mundial, el
vino a enseñar, en materia política lo hizo fehacientemente, amigo de Fidel Castro
y de Hugo Chávez estaba en contra de las injusticias por la redención del
proletariado, tuvo palabras de elogio para Andrés Manuel López Obrador, lo llamó
la esperanza de Latinoamérica al instaurarse por primera vez un gobierno de
izquierda en México.
Otro gran hombre derecho, honesto como pocos, de hombría que sacó la casta
por su pueblo, por su Estado natal Michoacán también murió ayer el Dr. José
Manuel Mireles Valverde vocero y fundador de las autodefensas ciudadanas.
El Dr. Mireles fue candidateado a dirigir la Guardia Nacional, pero por
circunstancias poco entendibles se le entregaron a un hombre sin experiencia
como Alfonso Durazo, fue ninguneado por este gobierno toda vez que le
entregaron a destiempo una subdelegación del ISSSTE en Michoacán, la
ciudadanía lo apoyaba para que fuera su gobernador, el Covid 19 lo venció.
Hay otros amigos que han debido marchar por ese terrible mal, Agustín García
Arredondo honesto y brillante comunicador social, el Profesor Marco Gómez,
hombre leal, el filántropo Lic. Fernando Ríos maestro grado 33 del Rito Nacional
Mexicano, el periodista Juan Alexandre Hernández y varios que se me escapan.
La enseñanza es que hay dos tipos de muerte, la física y la espiritual, esas
personas han debido reformarse a sí mismos para vencer al cuerpo o educar su
mente, algunos educaron su mente pero no vencieron al cuerpo, otros vencieron al
cuerpo pero no educaron su mente.
Lo mejor es morir en vida para eliminar los 7 pecados capitales; ira, envidia, gula,
pereza, lujuria, soberbia y avaricia. Todos de una u otra forma tenemos
acendrado alguno de esos defectos, nos mortifica, nos tuerce la vida y son
causantes de la derrota moral del humano, gastándole su vida activa, minando su
energía, encasillándole en disputas baladíes y convirtiéndole en seres ordinarios
fatuos que viven el día a día hasta su muerte.
Lo interesante del caso es que la conciencia ciudadana ha crecido, cada vez es
más difícil engañar a las personas, ya nos dimos cuenta del daño tremendo que
las compañías alimenticias hacen a la ciudadanía en contubernio con las
farmacéuticas.
! tú los enfermas y yo les administro su enfermedad, ganas tú, gano yo!
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