A mediados de julio de 1913 llegó en ferrocarril a Ciudad Victoria, el general
Rábago procedente de la capital del país, para hacerse cargo de la plaza y asumir la
gubernatura militar de Tamaulipas. Numerosos capitalinos, entre ellos Joaquín Argüello y
Felipe Pérez Garza, lo recibieron acompañándolo por la calle Hidalgo desde la estación a
la casa de gobierno. (1)
Enseguida, Rábago disolvió el Congreso del Estado que amenazaba
con oponerse y mandó a prisión a diecisiete carrancistas hechos prisioneros en
Xicoténcatl, más 28 que aprehendió el capitán Verástegui en Tula. (2)
Las estaciones La Cruz y El Carbonero eran dos importantes cruces de la línea
del Ferrocarril del Golfo. A través de esa ruta, llegaron procedentes de Monterrey las
tropas federales al mando del general Guillermo Rubio Navarrete, dispuestos a enfrentar
a los carrancistas. Uno de los primeros combates contra los rebeldes se sostuvo en Santa
Engracia y enseguida, inexplicablemente el victorioso Navarrete retornó a Monterrey. Sin
embargo, el permanente asedio revolucionario era inevitable en varios frentes, a unos
cincuenta kilómetros de ese lugar. Uno de ellos la capital Ciudad Victoria, donde se
interrumpieron el telégrafo y ferrocarril, por tratarse de una zona asediada por los
rebeldes. (3)
Así las cosas, como parte de la estrategia para apoderarse de la capital
tamaulipeca y sus alrededores, el jefe del Ejército del Noreste el general Pablo González,
luego de fracasar en la batalla de Monterrey, decidió enfilarse a Ciudad Victoria
utilizando los buenos oficios de Luis Caballero quien se apertrechó en Jiménez y Padilla
en espera de recibir órdenes. Al mismo tiempo, los revolucionarios eran esperados por las fuerzas federales de Arzamendi, Rábago y Aguilar con 770 soldados y numerosos
defensas sociales civiles reclutadas por el ejército.
De acuerdo a un plano debidamente diseñado, a partir del 14 de noviembre de
1913 los huertistas establecieron los puntos de la defensa capitalina en: El Molino de
Terán, La Hacienda Las Vírgenes, Estación del Ferrocarril, Loma del Muerto,
Cementerio Municipal, camino a Tamatán y Santuario de Guadalupe.
En tanto, más de cinco mil constitucionalistas concentraron sus fuerzas al mando
de Pablo González en Guémez y Santa Engracia, donde los coroneles Cesáreo y Agustín
Castro, cortaron las vías del ferrocarril y durante el avance se enfrentaron en Estación
Caballeros contra las fuerzas de la Brigada de Higinio Aguilar. Mientras tanto los
rebeldes provenientes de Guémez, cortaron las vías ferroviarias que comunicaban a
Tampico.
La mañana del sábado 16 de noviembre correspondió al general Antonio I.
Villarreal, apoyado por Jesús Carranza, Luis Caballero y Francisco Murguía, acaudillar
el primer ataque en varios puntos de Ciudad Victoria entre ellos Las Vírgenes: “En
menos de una hora los rebeldes se habían apoderado de la parte norte de la ciudad, que
era la que estaba más mal defendida, y enseguida atacaron de manera resuelta el
campamento del general Aguilar, durante el fuego sin interrupción, después de las nueve
horas hasta las doce del día, y registrándose en ambas partes numerosas bajas. A los
primeros disparos cayó gravemente herido del capitán Arturo Careta…” (4) Por la noche
llegó Lucio Blanco en compañía de mil elementos dispuestos a enfrentar al enemigo.
Dos horas más tarde los revolucionarios presentaron un prolongado ataque en el
Molino de Terán, situado al poniente de la ciudad logrando romper el cerco, mientras en
el Santuario de Guadalupe y la Loma del Muerto, Arzamendi junto a los mayores Aurelio
Farfán y Nabor Torres defendían esta posición acosados por los carrancistas Francisco
Murguía y Teodoro Elizondo. Al agotarse el parque el sitio fue evacuado, siendo (5)
La mañana del 17 se reanudaron los combates sobre las fuerzas federales,
apertrechadas en el panteón municipal y Loma de Ramírez. Al mismo tiempo El Molino
de Terán y El Santuario de Guadalupe, donde se encontraba parte de la artillería utilizada
por Arzamendi quien se retiró por falta de parque pasaron definitivamente a manos de los
rebeldes. Uno de los soldados participantes en la batalla, dice que gran parte de la
población se sumó a los rebeldes al incendiar numerosas chozas de paja y atacar a los
federales: “…Que de esta manera quedaban entre dos fuegos. La lucha fue desesperada,
pues si los rebeldes atacaban furiosamente, los federales no les dejaban ganar un sólo
palmo de terreno.” (6) Los combates duraron hasta las siete de la noche, cuando se terminó
el parque a los federales que con verdadero sacrificio habían conseguido en el palacio de
gobierno, donde despachaba el general Rábago.
Al verse perdido, Aguilar se refugió en la estación del ferrocarril para salvar su
vida. En el transcurso de la tarde y ante el inminente avance de los rebeldes hacia el
centro de la población, acudió a palacio únicamente para entrevistarse con Rábago,
explicarle la difícil situación que prevalecía y recibir órdenes. Sin otro recurso, Aguilar
decidió abandonar la ciudad por el camino real a Tula. En el trayecto localizó a cerca de
mil victorenses que lo acompañaron en su éxodo a Tula, donde llegaron el día 23.
No sabemos en que momento ni por cuanto tiempo, el general Rábago se sumó al
contingente encabezado por Aguilar. El caso es que Garza Cano afirma que descansó en
el rancho de Joya de Verde, probablemente en la casa del obispo Sánchez Camacho.
Después pernoctaron en la Hacienda La Maroma, propiedad de Blas Uvalle. “El cuadro
era verdaderamente doloroso. Las señoritas, señoras y jóvenes de la mejor sociedad, con
el espanto retratado en sus semblantes seguían a la columna, dando traspiés y cayendo en
cada momento. En todos los rostros se veían lágrimas y el aire se llenaba con los
lamentos de infinidad de criaturas que habían perdido a sus madres, o de madres que ignorando el paradero de sus hijos, clamaban por ellos presas de la mayor
desesperación.” (7)
De acuerdo a Garza Cano ex combatiente y Jefe del 5o. Pelotón de la Defensa
Social del Estado, la salvaguardia de la penitenciaría del estuvo a cargo del doctor José
A. del Castillo, el ingeniero Toledano y otros civiles acaudillados por integrantes de las
defensas sociales. Vale decir que en una de las refriegas en los henequenales de Terán,
resultó herido en el pecho el ingeniero Luis de la Garza, voluntario de los mismos grupos
que apoyaban a Rábago.
La toma y evacuación de Ciudad Victoria, concluyó la madrugada del 18 de
noviembre. El saldo fue desastroso para los huertistas. Decenas de cadáveres, se
encontraban alrededor la presidencia municipal y en las calles en espera de ser
sepultados. También, como lo muestra una fotografía de Robert Runyon los
constitucionalistas tomaron una gran cantidad de prisioneros.
Luego del contundente triunfo, los revolucionarios ejercieron numerosos actos de
sabotaje a las comunicaciones, como medida de presión hacia el gobierno establecido que
al menos en Tamaulipas, resultó incapaz de detener el avance de los rebeldes,
comandados en el noreste por el General Pablo González. Para el 18 noviembre de 1913,
la situación ferroviaria entre Victoria y Tampico, era complicada. Por un lado, porque
ante la quema de puentes en las estaciones Pretil, Rosillo y Osorio, únicamente había
tráfico entre dicho puerto y González. En tanto la línea San Luis Potosí-Tampico,
también estaba interrumpida debido a las averías en el camino. Respecto a Ciudad
Victoria, la vía telegráfica, también fue cortada mientras se veían arder numerosas casas
de techo de palma.
Para rehabilitar los caminos, existían trenes especiales de reparación que el
gobierno federal utilizaba para garantizar el avance de sus tropas. En Tamaulipas, estos
dispositivos no se daban abasto, lo mismo en Laredo, Tampico, Matamoros y Ciudad
Victoria. En ocasiones no era tarea fácil, debido a los contratiempos causados por los
rebeldes. Ante tales inconvenientes, las reparaciones y retiro de escombros por las
cuadrillas de los trabajadores, podían tardar varias semanas. (7 Ibid).
A los pocos días de la Toma de Ciudad Victoria, los generales Higinio Aguilar y
Juan de Dios Arzamendi, se encontraban a Cerritos, S.L.P en compañía de sus tropas y
cientos de victorenses que huían de las balas revolucionarias. Por su parte el gobernador
Rábago permaneció en Tampico hasta el mes de diciembre, donde estableció
provisionalmente la capital de Tamaulipas, en busca de apoyo y auxilio. En tanto se
hablaba que la familia Crespo Lavín, había huido por el rumbo de la Sierra Madre
Oriental. Mientras esto sucedía, los revolucionarios se preparaban para trasladarse a
Monterrey, lo cual se atrasó debido al mal estado de las vías del ferrocarril hacia el
norte. (8)
Incluso se mencionaron casos de antiespañolismo revolucionario en Ciudad
Victoria, similares a los de Torreón contra chinos y peninsulares, aunque no comparables
con los de Morelos: “Pagamos con sangre inocente, una buena contribución a la odiosa
deidad.” (9)
Un acontecimiento muy sonado fue el del español Eladio Amor, quien fue
colgado injustificadamente de un árbol de la Plaza Hidalgo de Ciudad Victoria, mientras
se dirigía de su casa al Mercado Argüelles, con el único objetivo de adquirir alimentos
para sus hijos. (10)
En el contexto de estos acontecimientos, se salvaron del fusilamiento Antonio
Quintana y Ricardo Haces, propietarios de uno de los almacenes comerciales más
importantes de Ciudad Victoria. Ellos y varios empleados fueron acusados de distribuir
armas y enarbolar la bandera de España a favor de los huertistas, durante los primeros
ataques de los rebeldes a finales de abril de 1913. Además, aclara el cónsul de la capital
tamaulipeca: “…en mi casa no existía ningún armamento, porque días antes se les había
vendido las 8 carabinas que existían al C. Gobernador del Estado, para armar los rurales
del mismo. Huelga por lo mismo decirle, que ni de mi Casa Comercial ni de mi
residencia particular se disparó un sólo cartucho.
“La única intervención que tuve en aquellos acontecimientos fue que, como
Presidente que soy de la Cámara Nacional de Comercio, coadyuvé con todo el gremio o la mayor parte a formar un cuerpo de defensa, exclusivamente para el comercio y familias, sin ningún fin político; pues entre el referido comercio hay mexicanos, chinos, españoles, etc…”11
Según informe del ingeniero Alberto J. Pani, Director General de los Ferrocarriles
Constitucionalistas, para 1915, los constitucionalistas prácticamente tenían en sus manos
el control mayoritario las vías férreas en e país. Es decir, 7,300 kilómetros, entre las
cuales se encontraban las ciudades tamaulipecas: Ciudad Victoria, Nuevo Laredo,
Tampico y Matamoros.12
1 “Dificultades de los Propietarios y el Ayuntamiento”, periódico El Imparcial,
México, D. F., julio 22 de 1913, p. 4.
2 “Las Operaciones en el Estado de Tamaulipas”, periódico El País, México, D.F. julio
16 de 1913, p. 4.
3 “Parece que los Rebeldes Intentan Atacar Ciudad Victoria, Tamaulipas”, periódico
El País, México, D.F., noviembre 18 de 1913, p. 1.
4 “Toma de C. Victoria…”, periódico El País, México, D.F. 4 de diciembre de 1913, p. 5.
recuperado por los revolucionarios Reynaldo Garza y el artillero y periodista Guillermo
Castillo Tapia.
5 Ramón Garza Cano, “Ataque y Evacuación de Ciudad Victoria 18 de Noviembre de
1913″ periódico El Heraldo, Ciudad Victoria, Tamaulipas, 27 de noviembre de 1947,
p. 6 Ibid.
8 “No Avanzan Sobre Monterrey los Carrancistas”, periódico El Imparcial, diciembre
6 de 1013, p. 1.
9 “El Antiespañolismo Revolucionario”, periódico El Correo Español, México, D.F.,
diciembre 17 de 1913, p. 1.
10 Ramón Garza Cano, Op. Cit.
11 Antonio Quintana Madrid, “Remitido”, periódico El Correo Español, México, D.F.,
24 de mayo de 1913, p. 2.
12 “7,300 kilómetros de Vías Férreas, Controla el Constitucionalismo”, periódico El
Pueblo, 26 de septiembre de 1915, p. 1.
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