La Biblia contiene la Palabra de Dios escrita, y esta Palabra
adquiere una dimensión más fuerte cuando se proclama y se escucha
en la celebración de la Santa Misa, de manera particular en el domingo.
Y además sirve para fortalecer la fe, iluminar el camino de la vida diaria,
e invita a vivir como hijos de Dios y por consecuencia como hermanos.
Deseo hacer resaltar algunas ideas de las lecturas que este
domingo se proclamarán.
Primera lectura, Is 55, 1 – 3, “Escúchenme atentos y comerán
bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a
mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua,
cumpliré las promesas que hice a David”. Dios está hablando de un
alimento de vida eterna, que tiene prometida y la va a cumplir.
Y esa misma idea se complementa en la segunda lectura de san
Pablo a los Romanos, 8, 35. 37 – 39, donde el apóstol san Pablo, con
realismo porque lo ha experimentado, de todo lo que, opuesto al plan
de Dios, podría hacer dudar de su amor. Que Jesucristo con su sangre
nos ha librado, de la muerte, del pecado y de la ley. Nada puede
estorbar el plan de Dios, nada puede “apartarnos del amor que nos ha
manifestado Dios en Cristo Jesús”.
En el texto evangélico, Mt 14, 13 – 21, aparece varios aspectos:
el lado humano de Jesús: “al enterarse Jesús de la muerte de Juan el
Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario”.
Es decir, a Jesús le afecta la muerte de Juan el Bautista y se aleja para
reflexionar en el hecho. Sin embargo, cuando ve a las personas que lo
siguieron las atiende incluso cura a algunos enfermos.
Luego el texto del Evangelio presenta una de la multiplicación de
los panes con la cual calma el hambre de la gente que lo ha seguido.
Es interesante el diálogo de Jesús con los discípulos: ellos le dicen:
“despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de
comer. Pero Jesús les replicó: no hace falta que vayan. Denles ustedes
de comer”. No tenemos más que cinco panes y dos pescados. Él les
dijo tráiganmelos”. Y después el texto dice que todos “comieron hasta
saciarse”.
Los gestos de Jesús que presenta el texto del Evangelio, recuerda
el maná con el que Dios alimentaba a su pueblo en el desierto, en su
camino hacia la tierra prometida.
Y la multiplicación de los panes también es un anuncio de la
institución de la Eucaristía en la Última cena. Presenta los gestos y
actitudes semejantes de Jesús: “Mirando al cielo, pronunció una
bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los
distribuyeran a la gente”.
Se puede orar con palabras del Salmo 144: “Abres, Señor, tu
mano y nos sacias de favores. Siempre es justo el Señor en sus
designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de
aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca”.
Que el amor de Dios les fortalezca y permanezca siempre con
ustedes.
Antonio González Sánchez
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