Cd. De México, 28 de mayo 2020.- Cuando una parte del mundo ha comenzado a relajar las medidas de confinamiento, muchos reflexionan sobre lo rápido que parece haber pasado el tiempo durante la cuarentena.
Esto no es lo que muchos de nosotros esperábamos cuando nos comunicaron que nuestras vidas se volverían mucho más restringidas, y que estábamos a punto de pasar semanas aburridos, confinados en nuestras casas.
Un almuerzo de 20 minutos con un amigo se va volando, mientras que los 20 minutos que pasamos esperando a un tren que viene con retraso pueden parecer interminables, aunque el tiempo sea el mismo.
Menos recuerdos
Nosotros estimamos el paso del tiempo de dos maneras: de forma prospectiva (cuán rápido pasa ahora mismo) y retrospectivamente (cuán rápido pasó la semana o la década pasada).
Durante la cuarentena, aquellas personas aisladas de sus amigos, familia y su trabajo han tenido muchas horas vacías por delante.
La gente ha encontrado todo tipo de soluciones creativas para pasar el tiempo —hornear pan, plantar semillas, grabar videos— pero, inevitablemente, cuando pasas todos los días y noches en casa, los días empiezan a parecerse entre sí.
Muchos descubren que les cuesta diferenciar entre los días de labor y los fines de semana. Esta confusión de días idénticos nos lleva a crear menos recuerdos nuevos, lo cual es crucial para nuestro sentido de percepción del tiempo.
Los recuerdos son una de las formas en la que juzgamos cuánto tiempo ha pasado.
Cuando te vas de vacaciones por una semana a un lugar nuevo, el tiempo pasa rápido porque todo es nuevo, pero cuando regresas, miras hacia atrás y ves que has creado tantos recuerdos nuevos, que sientes muchas veces que has estado de vacaciones más de una semana.
Lo opuesto puede pasar en cuarentena.
Aunque los días se sientan lentos, cuando llegas al fin de semana y miras hacia atrás, y estimas retrospectivamente cuánto tiempo ha pasado, has creado menos recuerdos de lo habitual y el tiempo parece haber desaparecido.
Es una versión menos extrema de lo que le ocurre a la gente cuando está en prisión o cuando está enferma.
El tiempo pasa penosamente lento y no ven la hora de que todo se acabe, pero cuando miran hacia atrás, les parece que el tiempo se hubiese contraído.
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