Durante el transcurso de esta semana, ha vuelto el falso y agotado debate
sobre la militarización del País en relación con la estrategia de seguridad y la guardia
nacional.
Lo anterior, derivado de la publicación en el Diario Oficial de la Federación el
11 de mayo, del “ACUERDO por el que se dispone de la Fuerza Armada permanente
para llevar a cabo tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada,
fiscalizada, subordinada y complementaria”, en el cual, esencialmente se señala que la
Fuerza Armada permanente participará de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada
subordinada y complementaria con la Guardia Nacional en las funciones de seguridad
pública mientras esta institución desarrolla su estructura y por un periodo máximo de
cinco años.
Además, porque diversos legisladores y dirigentes de partidos políticos como
por ejemplo: Damián Zepeda, Marko Cortes, Clemente Castañeda etc; aprovecharon
para señalar que la publicación del referido Acuerdo “es inconstitucional”, “un fracaso
absoluto de la guardia nacional” y “un retroceso gravísimo para el orden público”.
No obstante, debe decirse que los señalamientos realizados y referidos en el
párrafo anterior, resultan incongruentes y extemporáneos.
Incongruentes, pues quienes hoy tachan de inconstitucional el Acuerdo del
11 de mayo, pasan por alto que este documento únicamente parafrasea el artículo
Quinto transitorio de la reforma Constitucional publicada el 26 de marzo de 2019, por la
que se crea la Guardia Nacional y que ellos mismos votaron a favor.
Incluso, el Senador Clemente Castañeda después de la votación afirmó “que
se constituyó un marco de actuación para las Fuerzas Armadas, apegado a parámetros
de convencionalidad, respeto a derechos humanos y rendición de cuentas”.
De ahí que exista una falta de coherencia entre lo dicho y actuado.
Extemporáneos, por que los señalamientos que hoy realizan
debieron haberlos efectuado cuando tuvieron a su consideración la propuesta de
reforma Constitucional que crea la Guardia Nacional, que se insiste votaron a favor y no
así, a más de un año de la votación y publicación de la reforma.
Sin embargo, mas allá de asignar calificativos a las declaraciones vertidas, a
los mexicanos debe preocuparnos que hoy nuestro País carece de una necesaria y sólida
oposición que esté a la altura de las exigencias presentes y futuras
Lo anterior, pues quienes se autodenominan de oposición reducen todo a
bataholas, reyertas sin doctrina, ni ideas y una descalificación total de lo que hace el
adversario, lo cual en poco ayuda y si empobrece al debate público.
Ante este escenario, es claro que a los mexicanos nos urge contar con una
verdadera oposición, lo cual evidentemente no significa estar en contra o ser
antagónico de todo lo que realiza el gobierno, sino más bien, críticas razonadas,
congruentes, constructivas, que nutran el debate público y sobre todo con propuestas
que enriquezcan la toma de decisiones importantes que la nación demanda.
Finalmente, como alguna vez lo dijo un verdadero y fetén opositor (Diego
Fernández de Cevallos) “en todos los Países civilizados de la tierra, las oposiciones que
se respetan a veces votan a favor de las propuestas del gobierno y a veces en contra.
Solo quien padece de sus facultades asume que para ser honesto se tiene que estar en
contra del gobierno, eso no lo aguanta ningún País”.
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