A la memoria de mi Amigo Ramón Durón Ruiz, que en Gloria está.
Querido Amigo: ¡Te abrazo con el alma! E inicio…
¡Hola a todos! Los saludo afectuosamente. Deseo que este día sea extraordinario para cada uno de ustedes y los suyos.
Hace algunos años, tuve la fortuna de atender a una mujer que se encontraba un tanto perturbada, confundida, ante la pérdida de su salud.
Yo acudí a la cita porque ella así lo decidió, porque haciendo uso de su libertad para actuar, determinó que se diera ese coincidir.
Algo que considero importante citar es que esta mujer nació en 1922.
Reconozco que en el principio de la plática, un tanto por su edad, otro por su estado físico, no dejaron de sorprenderme su profunda lucidez, su amplio léxico y su vasta capacidad para contactar con el sentir.
Su mirada reflejaba el deseo vehemente de continuar en la búsqueda del bien verdadero; en esos instantes para mí eran innecesarias sus palabras en tal sentido, me era obvio lo que sus ojos decían.
¡Qué decir de su risa! Se carcajeó contagiosamente en diversos momentos, en especial al revivir con cara de niña traviesa algunos de esos “pecadillos” de infancia o juventud.
Habló conmigo de sus seres queridos. Algunos con vida, otros fallecidos ya hace algunos años.
En ambos casos lo hizo en la inmediación a Dios, dándole gracias por lo que fue y también por lo que no.
Oramos juntos brevemente; lo hicimos por y para la remisión de faltas voluntarias e involuntarias.
Esta mujer también me compartió generosamente algo que ha hecho durante muchos años. Fue por ello que leímos hermosos textos elaborados desde los más hondo de su ser.
Posteriormente me despedí. Lo hice con fe y esperanza de que pronto nos vamos a encontrar nuevamente.
¡Fue ésa para mí una experiencia maravillosa!
Al terminar la conversación, cavilando y recapitulando mientras caminaba alegremente, me di cuenta de que “nada es por casualidad”, como reiteradamente le escuché mencionar a mi amigo Ramón Durón Ruiz.
Lo digo porque sólo unos días antes de tener la vivencia que he reseñado, me deleité gratamente con la oportunidad de leer el libro “7 Maravillas para tu felicidad”, de la autoría del Dr. Durón Ruiz, que en Gloria está.
Al repasar detenidamente su contenido, pude corroborar que las reflexiones, historias, recomendaciones, prácticas y diversas citas que Ramón nos hubo compartido en esta extraordinaria obra, verdaderamente permiten al lector reconectarse con su poder personal.
Reencontrarse con esa fuerza interior que lleva a “vivir en un círculo virtuoso con una casa sana, llena de responsabilidad, honestidad, compromiso, respeto, amor incondicional…”.
Retomo mi anécdota compartida para expresar que la mujer en alusión, desde mi punto de vista, hace más que evidentes los beneficios de la aplicación de estas 7 maravillas en su vida: elección, amor, humor, gratitud, oración, perdón y dar.
Aclaro: no anoté las 7 maravillas en la secuencia en que aparecen en el libro, sino en el orden en que fui narrando esa parte de mi vida, ya que la manera en que las refiere el autor es: oración, amor, gratitud, elección, perdón, dar y humor.
Lo hice así para aceptar la sugerencia que en el propio libro da el Dr. Durón respecto a tomar a estas 7 maravillas de la manera en que cada uno elija, o tal vez del modo en que se necesite, pero sobre todo, para utilizarlas y aprovecharlas en ese preciso momento de la vida.
Coincido plenamente con esto que escribe el Dr. Durón Ruiz: “Cualquiera de las maravillas que tomes te conducirá a una paz interior, a la felicidad, a tener una actitud mental positiva, con sus innumerables beneficios físicos y psicológicos, que por una parte te ayudan a superar los problemas cotidianos y por otra, son el camino más directo para mejorar tu relación con todos.”
Te agradezco, amigo Ramón, por el gran honor que me conferiste al permitirme prologar tu libro “7 Maravillas para tu felicidad”, entre otras muchas razones, porque a través de su lectura me hiciste propicio abrir mi corazón y mi mente, y llegar a la importancia de tener la plena consciencia en disfrutar cada momento de la vida y lograr así ser quien verdaderamente deseo.
Me despido con fe y esperanza de que pronto nos reencontraremos.
Discussion about this post