Cd. De México, 29 de abril 2020.- Todos los seres vivos, tanto aeróbicos como anaeróbicos, respiran. Gracias a la respiración se consigue la energía, el alimento y el desarrollo de la vida correctamente. Así como los humanos respiramos por la nariz, los perros lo hacen por el hocico y los peces por las branquias, ¡hasta las células respiran! Entre las especies de nuestro reino, esto es fácilmente perceptible gracias a la organización anatómica y nuestros amplios conocimientos sobre el sistema respiratorio animal, pero ¿qué hay de la respiración vegetal?
En botánica, se conoce como estomas a los pequeños orificios localizados en las hojas de las plantas y otras partes verdes de éstas. Las lenticelas, por su parte, son numerosos y diminutos espacios intercelulares en las plantas, dicho de otro modo, son aberturas en el tallo de las plantas. Estos orificios permiten el intercambio de gases y así, la planta consigue desarrollar la respiración necesaria para vivir y subsistir llenando sus requerimientos energéticos.
La respiración de las plantas ocurre tanto durante el día como durante la noche y ésta produce pérdida de agua en el organismo de la planta. Cuando hay poca humedad en la atmósfera, las plantas son capaces de cerrar sus estomas para así no perder las reservas de agua que tienen. Finalmente, es importante diferenciar la respiración de las plantas de la fotosíntesis, pues en esta última (que se realiza también a través de las hojas de la planta) la planta produce oxígeno en lugar de consumirlo. La respiración de las plantas y su funcionamiento es un descubrimiento relativamente reciente.
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