Cd. Victoria, Tamaulipas (8 de abril de 2020).- Aunque parezca mentira los términos contradictorios hoy son el título de esta columna y no es que se trate de error, más bien son dos contextos distintos, uno local y el otro nacional.
Empiezo por Tamaulipas. Hace unos días el gobernador del estado, Francisco García, hizo declaraciones donde quedaba en claro que localmente se haría frente a escenarios adversos por el COVID-19, incluso se habló de que el gobierno federal “dejaba en libertad” a los estados para la Pandemia.
No hubo aclaraciones de ninguna especie y muchos supusimos que del centro enviarían lo necesario: programas, estrategias, insumos básicos, médicos, personal, medicamentos, etc.
Solo que este jueves se hizo pública la declaración de que es Tamaulipas quien invertirá en infraestructura y equipos médicos, en aras de garantizar la salud de la población de esta entidad.
Quedó claro que los legisladores locales aprobaron un crédito que, entre otros aspectos “…hará frente a las necesidades y afectaciones que en el sector salud se han originado por esta enfermedad.” Dice el comunicado oficial.
Sigue diciendo el boletín de prensa “Se autorizó la contratación del financiamiento por un monto de hasta 4 mil 600 millones de pesos, que se requiere para solventar el equipamiento e infraestructura en materia de salud.”
Desde liego que los mismos diputados tamaulipecos califican de “atinada y responsable aprobación” porque entonces la entidad tendrá el dinero que no proporcionó la federación para enfrentar la pandemia.
Algunos analistas de los números hicieron cuentas del monto más intereses y el plazo, de tal forma que calcularon son aproximadamente 20 años los que tardaremos para saldar este préstamo.
Según la información del congreso la iniciativa fue aprobada por 23 votos a favor, todos del Grupo Parlamentario del PAN, más la representante del Movimiento Ciudadano. Aunque se registraron 10 votos en contra, correspondiente al grupo compuesto por MORENA y del PRI.
Mientras en el ámbito local hubo aceptación a la petición del gobierno tamaulipeco, en el contexto nacional Manuel López Obrador se negó a las peticiones de los inversionistas organizados en cámaras como la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Confederación de Cámaras de Comercio (CONCANACO).
El grupo Milenio, en la pluma de Juan Carlos Bautista, publicó que el CCE, dirigido por Carlos Salazar Lomelín, dio a conocer su plan ante la crisis ocasionada por el COVID 19 y que representará una contingencia económica, por lo que ofrecieron proteger el empleo, salarios e ingresos de las familias y razonar bases para una recuperación inmediata.
Los dueños del capital en México aseguraron que se podrá llegar a la segunda mitad de este gobierno con una perspectiva de crecimiento positiva y optimista, solo que el presidente no les creyó, quizá porque su plan está diseñado para los próximos 90 días, con medidas diferenciadas por mes y circunstancias.
El tabasqueño convertido en presidente de los mexicanos, rechazó la propuesta de las organizaciones empresariales, en cambio, aceptó comer con tres hombres considerados muy ricos de México: Carlos Slim, presidente de Grupo Carso, Alberto Baillères y Germán Larrea.
Seguro usted sabe que el defeño Carlos Slim, es el más rico del país, con el lugar número 13 del mundo y una fortuna de 53 mil 600 millones de dólares; otro de los comensales con el presidente López es Alberto Baillères con 9 mil 280 millones de dólares, es el cuarto más rico de México y el 166 del mundo; Germán Larrea, es el otro empresario con 13 mil 300 millones de dólares. La información de las fortunas es tomada de la Revista Forbes.
Manuel López, presidente de México a los reclamos de un dirigente empresarial por el plan de reactivación económica de su gobierno que sólo se está ocupando de los pobres, AMLO respondió con una frase del papa Francisco difundida en Twitter: “Seremos juzgados según nuestra relación con los pobres.”
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