Parece ser que el extraño enemigo, viene de China, y se estipula que ya en
este momento, el coronavirus es una pandemia, por los hechos
reportados por los departamentos de salud pública de varios países del
orbe.
Sin embargo, en México, el presidente se resiste aceptar, que la causa de
la caída en su popularidad, pueda ser ajena a él y no poder controlar el
desenlace.
Tomar las cosas a la ligera, en una situación de riesgo sanitario, es una
incongruencia, que puede ser pagada con un alto costo electoral, como
pasó con la guardería ABC, el sismo del 2018 y muchos fenómenos
naturales, que han puesto a la política de rodillas, ante tales
acontecimientos.
Pero eso no lo es todo, lo más grave y por encima del coronavirus, es la
negligencia y calma con la que, el presidente toma las medidas sanitarias
para la prevención de una pandemia, incluso asevera que son
exageraciones, que es pura propaganda y que sus rivales políticos, la
están usando para desacreditar, algo irreal en el mundo perfecto que
envuelve a López Obrador, como jefe de la nación, donde vivimos 130
millones de mexicanos y no los 30 que votaron por él.
Gobernar para los votos y querer consolidar una política de gobierno en
las urnas, es una arma de 2 filos, en las últimas décadas, el que más alto
tuvo el poder, fue Vicente Fox, el primer presidente emanado de una
sociedad civil, y fuera del ámbito revolucionario institucional.
Pero no fue así, la historia ya la conocen y hoy en día las esperanzas
estaban puestas en la 4T, pero parece ser, que el retroceso como forma de
gobierno, es la constante que distingue a este gobierno de izquierda.
Dar marcha atrás, y, no poner atención en lo importante, es una marca
distintiva de este sistema transformador, incluso se ha llegado a
mencionar, que la epidemia está siendo usado por los enemigos del
presidente, esos que él ve por todos lados, y los acusa de usar la epidemia,
para golpearlo y echarle al pueblo encima, el mismo pueblo que lo
abucheo en su tierra natal, ese mismo que a despertado del sueño y ahora
exige resultados.
Quizá si le avisan al presidente, que, si no se atiende la epidemia y se
toman las medidas sanitarias con apego a la reglamentación, perderá
votos y fuerza política, quizá así si entre en razón, porque al parecer, los
votos y las urnas, es lo único que le interesa.
Echarle la culpa al pasado, es y a sido una plataforma buena cuando un
gobierno inicia, incluso se dio entre los mismos miembros del PRI, cuando
Salinas, acabó con los líderes sindicales, como Zedillo, encarceló al
hermano del expresidente; pero no, en esta 4T, se prometió lo que no se
sabía, y se dio rienda suelta a sueño polpotianos incumplibles.
Exigirle al presidente resultados, no es ser su enemigo, exigirle que
atienda una epidemia y riesgo sanitario, no es ser enemigo, pedirle mayor
seguridad y una estrategia sólida para ello, no es sinónimo de
neoliberalismo, y pedirle crecimiento económico, tampoco significa, ser
conservador, mucho menos enemigos de la patria.
Porque 2 años de gobierno son muy pocos, para la transformación, pero
son mucho tiempo, para no hacer nada.
Al tiempo.
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