En el ritmo de la Liturgia de la Iglesia Católica la fiesta más
importante, más principal, la que da sentido a todas las demás fiestas
del año, es la celebración de la Pascua, que consiste en la celebración
de la Pasión, muerte en Cruz y Resurrección de Jesucristo, el Señor. Y
como preparación a esta celebración la Liturgia vive un tiempo llamado
Cuaresma, es decir un tiempo de Cuarenta días en memoria de los
cuarenta días que duró Jesucristo en el desierto en oración y ayuno que
presenta el texto del Evangelio de este primer domingo de Cuaresma,
Mt 4, 1 – 11.
Y este tiempo inició el Miércoles de Ceniza, que se celebró el
miércoles pasado. Y en el texto evangélico que se proclamó ese día
Jesucristo propone un programa para vivir este tiempo de Cuaresma.
La Limosna, que no consiste solamente en dar una moneda a
alguna persona que la solicita. Sino que se debe ampliar el concepto y
aprender a dar algo más. Ayudar a alguien que necesita nuestra ayuda,
por ejemplo hoy en nuestro tiempo existen muchas personas solas por
enfermedad o por edad, visitarlas para ver que necesitan, o
simplemente para acompañarlas y platicar con ellas.
La otra actividad que propone Jesús es la oración. Dice “Tú,
cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu
Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre que ve lo secreto, te
recompensará”. Esto significa que la Cuaresma es un tiempo propicio
para orar. Y que se debe elegir un tiempo especial para Dios, el lugar
más tranquilo, la hora más tranquila y pensar que ese tiempo es
exclusivo para hablar con Dios.
La otra actividad que propone el Señor Jesús es el ayuno, que no
significa solamente abstenerse de alimentos, sino abstenerse de hacer
daño al prójimo, de manera especial con la lengua, es decir, abstenerse
de hablar mal de los demás. La Cuaresma es un tiempo para abstenerse
de comer carne los viernes, pero sobre todo abstenerse de “comer”
carne del prójimo, hablando mal de él.
Esta es la manera para vivir la Cuaresma que propone el Señor
Jesús, Mt 6, 1 – 6. 16 – 18.
Y también es importante reflexionar lo que dice el apóstol san
Pablo: “En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con
Dios…En el tiempo favorable te escuché y en día de la salvación te
socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la
salvación” (2 Co 5, 20 – 6, 2).
Se puede orar con palabras del Salmo 50 “Misericordia, Señor,
hemos pecado. Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor,
apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame de todos mis delitos y
purifícame de mis pecados”.
Que el buen Padre Dios permanezca con todos.
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