Por Olimpo Báez Cedillo
Como anécdota familiar, mi padre cada vez que mi mamá le habla de equidad de
género, se le queda viendo feo (claro que es miedo a perder sus paradigmas), casi
siente un temblor, un escozor, como si el mundo fuera a desaparecer y le responde,
“oye mujer, tenemos 52 años de casados”, ¿para qué cambiar?
Durante cada elección municipal en Tamaulipas, donde se eligen a nuevos alcaldes,
hay zonas serranas, en las cuales los hombres, dicen a las mujeres por quién deben
votar, como si fuera una orden divina, y por supuesto que las damitas lo hacen, para
satisfacer el ego y estereotipo del macho propio de estas sociedades muy cerradas.
Hora tras hora en México se está engendrando el mal de la violencia, entre los
chavos y los adolescentes, dado que se les permite en el entorno familiar, las
vejaciones en plena etapa del noviazgo, en el que se supone es pura miel, y nomás
imaginen a ese personaje ya de adulto, casado y celoso, convertido en un demonio.
Cada año van camiones de “Caravanas de la salud” a focalizadas rancherías de
Tamaulipas, al que llegan ginecólogos, enfermeras y paramédicos, donde al
gobierno, a la secretaría de Salud y a los ayuntamientos, les cuesta bastante dinero
realizar esta aparatosa maniobra.
De un universo de 300 mujeres adultas, residentes en dichas comunidades rurales
tamaulipecas, en dos días acuden 30 damas a revisión de cáncer cérvicouterino y
cáncer de mama, de las cuales, solamente 5 les dan seguimiento al asunto y por lo
tanto se salvan, al encontrarse estas enfermedades, en sus etapas iniciales.
Me atrevería a decir que tarde que temprano 295 féminas, morirán de cáncer en un
corto tiempo, gracias a que sus queridos mariditos les prohibieron ir a los primeros
chequeos médicos, por ignorancia, celos, desconfianza, mala fe y egoísmo, para
variar a esos tipos la ausencia o muerte de su mujer, es peccata minuta (poco valor).
Las mujeres a veces son sobajadas, violentadas, exhibidas y denostadas, para ellas
no hay derechos y garantías, inclusive en México y América Latina, cuando el
esposo es traicionado, se siente con el poder de matar a su compañera por
problemas de infidelidad, por lo que construir una contracultura es una utopía.
Ahora que están de moda los feminicidios en la república mexicana y la violencia en
contra de mujeres, hay que analizar sus causas más profundas, y de acuerdo a los
estudios de sociología, investigaciones policíacas y la vox populi, afirman que las
violaciones en menores, abusos psicológicos y lesiones graves, comienzan en casa.
No hay que ser brujo para saber que esos agravios y golpes a las damas, los
provocan los padres, los maridos, los novios, los hermanos, los hijos, los tíos, los
amigos y los caballeros cercanos a las víctimas, que por temor y vergüenza, no se
les denuncian ante las autoridades correspondientes, donde reina la negligencia.
En la actualidad existe otra hoguera de vanidades, que no se ve, pero ocurre con
frecuencia, que es la lucha de poder entre madres e hijas, en las que están en juego
la belleza, las creencias, la doble moral, las bajas pasiones y en que las mujeres
mayores, ofenden y crean baja autoestima y desórdenes psíquicos a las menores.
Concatenando ideas, ya están las invitaciones por medios electrónicos y redes
sociales, para que el próximo 9 de marzo, un día después del Día Internacional de
la Mujer (8 de marzo), “ninguna mujer en México se mueva”, como una airada
protesta ante la ola criminal en contra de este género y el acoso laboral y sexual.
Este efecto disruptor puede detonar el malestar ciudadano y social de las mujeres,
empero de igual forma moverá conciencias en la sociedad mexicana, en las que
ciertas organizaciones no gubernamentales, partidos locales y movimientos
regionales, sacarán su raja política.
Algún día estarán al parejo los derechos de las mujeres y los hombres, en los
estudios, los trabajos, en sus aportaciones en la sociedad, en los puestos directivos
de las empresas y en el gobierno, en sus salarios y en sus prestaciones sociales en
los empleos.
El 9 de marzo se verán de qué están hechas las mujeres y de igual modo, que los
hombres, porque ese día faltarán miles de féminas a sus trabajos, escuelas,
oficinas, negocios y tiendas departamentales y por lo que los “machos” deberán
preparar sus alimentos y valerse por sí mismos.
Por si fuera poco apenas comienza a valorarse las labores que realizan las mujeres
en casa, además de que las empleadas domésticas, hoy por ley, sus patrones
tienen que inscribirlas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, como una
medida para respetar esta noble y ardua tarea.
Facebook: olimpobaezcedillo Twitter: @guiadelbien
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