La politización de la violencia en México, es un tema que se ha convertido en cotidiano, el des asombro, la falta de interés y la apatía social, se ha convertido en lo más cruel de una realidad, que arranca lágrimas y destruye círculos sociales; además de dar a las familias desolación y furia.
El feminicidio como tal, no debería de existir en el código penal, simple y sencillamente porque todos somos iguales ante la ley, y la justicia debería de ser raza y pareja, sin importar condición social y estrato económico.
Lo ocurrido con “Fátima” no es un hecho aislado, tampoco se asemeja a la cena del Atole y los Tamales tabasqueños, mucho menos entra en la retórica de echarle la culpa al pasado, como lo quería concebir el presidente López Obrador.
El no hacer nada por las autoridades de Sonora, Estado de México y la ciudad de México, es también sinónimo de darle un tiro de gracia a los acontecimientos, cruzarse de brazos y contestar “ahora no” como lo hizo la jefa de gobierno Claudia Sheimbaum, no es una respuesta que calme los ánimos y baje la desesperación de las familias, ese hecho por sí solo, dice la calidad de gobierno que encabeza, la consentida de palacio.
Al quedar atrapados en la realidad que vive el país, ni la jefa de gobierno, ni el presidente, bajaron sus insultos y contra ataques en contra de la mafia del poder, los neoliberales y conservadores, esta vez no les dio resultado, luego le echaron culpa al pasado, tampoco resultó, y posteriormente como suele ocurrir en este país, los que salieron culpables fueron los Padres y la familias, en este mundo mexicano, que camina al revés.
Pero el caso de Fátima, es lamentable, horrendo, inhumano, de bestias, porque ni los animales tratan así a sus presas; pero aún más lamentable es la salida equivocada del gobierno y sus respuestas para los afectados.
El feminicidio, es de por sí un acto inhumano, sin embargo, la politización de este y de un hecho lamentable, es aún peor que el mismo hecho violento; dejando claro la insensibilidad de un gobierno, que pide respetar a los delincuentes.
Si bien es cierto, que duelen lo mismo las lágrimas de una madre de un policía, de un ciudadano, que de un delincuente, también es cierto, que el trato, no puede ser el mismo. La ley cuando se aplica es dura, pero es la ley y se debe de respetar, y de su aplicación depende la gobernanza y la paz social de este país.
Si la violencia ha escalado, si el tejido social está roto, es precisamente por la falta de autoridad, de la aplicación de la ley y de castigar ejemplarmente a los culpables. A los verdaderos culpables.
Así como la guardería ABC, en Sonora, tuvo repercusiones políticas, y trajo como consecuencias la caída del PRI en su momento, y la pérdida de la gubernatura, por parte de Alfonso Elías, y que Eduardo Bours Castelo, terminará su carrera política, así pudiera terminar el más reciente caso violento en contra de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
Para la historia, está también el caso de Paulette, la niña en el Estado de México, que fue el punto de quiebre de Enrique Peña Nieto y sus asesores, además de terminar con las aspiraciones de Alfredo Castillo, Alberto Baz Baz y de Alfonso Navarrete Prida, quienes eran los sucesores naturales del gobierno mexiquense.
Si cala hondo los hechos violentos, pero lastiman más las respuestas de la política y sus actores, lastima mucho más la ignorancia gubernamental y la burocracia rapas. El no hacer nada, puede ser el punto de quiebre de esta 4T, de grises y oscuros.
Al tiempo.
chanorangel@live.com.mx
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