Hermanos y hermanas en la Fe Católica, en la Misa de precepto que celebro los sábados, les compartía a los fieles la importancia de tener claro que nuestra vida de fe esta cimentada en el seguimiento al Maestro Jesús de Nazaret. Un buen católico jamás va a permitir que nada ni nadie ocupe el lugar del Hijo de Dios.
En la vida presente, hay muchos que se presentan como los “salvadores” de la humanidad, otros como la única respuesta a los interrogantes del mundo. Solo Jesús es la respuesta. Jesús, en el Evangelio, nos dice: «Tengan cuidado de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y “El tiempo ha llegado”. ¡No los sigan!».
El seguir al Maestro Jesús implica una fidelidad y lealtad a sus enseñanzas, así como pueden surgir falsos mesías, también nosotros podemos tener una falsa concepción de la vida de fe en Dios. No es necesario que vengan a usurpar el nombre de Jesús, muchas veces nosotros mismos reducimos o diluimos sus enseñanzas y sus exigencias.
No olvidemos hermanos y hermanas que Jesús de Nazaret fue muy claro, tomar la cruz. Y es aquí donde podemos reflexionar si seguimos fielmente a Jesús o seguimos a un falso Jesús hecho a nuestra medida y conveniencia.
Para saber si realmente seguimos fielmente a Jesús nos podemos asomar al Evangelio de hoy, quien es perseguido y tiene que dar testimonio de Jesús, demostrará ser un auténtico discípulo del Maestro. No olvidemos a los hermanos católicos que en muchas partes del mundo son perseguidos a causa de su fe.
Ser seguidores de Jesús es también seguir cumpliendo bien con nuestras responsabilidades. No debemos renunciar a ser buenos, incluso si estamos rodeados de maldad. Debemos hacer todo lo posible para poder construir un mundo donde los católicos podamos aportar con nuestro testimonio el proyecto de Dios.
Finalmente, Jesús nos recuerda: «Con vuestra perseverancia salvaremos nuestras vidas». Podemos perseverar porque nuestra esperanza está en Dios Él ve todo lo que hacemos en secreto, no solo lo que publicamos en redes sociales o proyectamos. Él vendrá a gobernar la tierra con justicia, y podemos estar seguros de que Dios recompensará a los justos y dará su merecido a los injustos. Malaquías es contundente en este sentido: «He aquí que viene el día, ardiente como un horno, en que todos los soberbios y malhechores serán como paja; el día que viene los quemará, sin dejarles ni raíz ni rama».
Queridos hermanos y hermanas, oremos por la justicia. Que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes e inflame nuestros corazones para que siempre busquemos la verdad y luchemos con valentía por el bien. Que Dios nos conceda mantenernos firme en la fe. Amén.
Pbro. Andrés Figueroa Santos.







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