Un avance médico sin precedentes ha permitido que personas con ceguera irreversible debido a una atrofia geográfica recuperen parcialmente la visión gracias a una nueva prótesis ocular llamada Prima. El dispositivo, desarrollado por un equipo internacional de científicos de Europa y Estados Unidos, logró que el 84% de los pacientes participantes en un ensayo clínico volvieran a leer.
Un año para volver a ver
El estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista New England Journal of Medicine, incluyó a 38 pacientes con degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que afecta a unos cinco millones de personas en todo el mundo. De ellos, 32 completaron un año con el implante, y 27 lograron leer letras y palabras usando el ojo afectado.
La prótesis Prima combina un microchip fotovoltaico inalámbrico implantado bajo la retina con unas gafas de realidad aumentada que proyectan imágenes captadas en tiempo real mediante luz infrarroja. El chip convierte la luz en estímulos eléctricos, sustituyendo la función de los fotorreceptores dañados.
Tecnología que transforma vidas
El dispositivo mide apenas 2 milímetros y se implanta mediante una vitrectomía. Al no requerir alimentación externa, reduce riesgos y mejora la comodidad del usuario. Gracias a su diseño, los pacientes pueden combinar la visión periférica natural con la visión central artificial, lo que mejora su capacidad para orientarse.
La mayoría de los participantes usan el sistema para leer libros, etiquetas o señales en la vía pública. Según los investigadores, la satisfacción con el dispositivo es “media-alta”, y los efectos secundarios reportados —como hipertensión ocular o desgarros leves— fueron temporales y sin consecuencias graves.
Futuro de la visión artificial
Por ahora, Prima solo ofrece imágenes en blanco y negro, pero los científicos ya trabajan en un software que permitirá distinguir tonos de gris y en futuros modelos con mayor resolución. También investigan su aplicación en otros tipos de ceguera.
“El primer deseo de los pacientes es leer, el siguiente es reconocer rostros, y para eso necesitamos más niveles de detalle visual”, explicó Daniel Palanker, investigador de la Universidad de Stanford y uno de los autores del proyecto.
Este avance representa una esperanza tangible para millones de personas afectadas por enfermedades degenerativas de la retina, marcando un nuevo capítulo en la medicina visual y la neurociencia aplicada.
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