Lamentable el escándalo que involucra a destacados integrantes de la secretaría de Marina, tantas veces señalada como ejemplo de lealtad y honorabilidad. Difícil aceptarlo, pero la corrupción es una realidad que la Señora Presidenta combate con valentía aun con el riesgo de provocar resentimientos que podrían llevar a otro tipo de situaciones como ha sucedido en algunos países. Para fortuna la autoridad moral del supremo gobierno es mayor a los intereses particulares o de grupos enriquecidos al amparo del poder.
De manera que Doña Claudia le pone todas las ganas en aclarar el huachicoleo fiscal descubierto en la dependencia. “Tope hasta donde tope”, lo dijo en la “mañanera” del lunes y lo repitió el martes. Y los primeros resultados están a la vista del portador con la detención de presuntos culpables, incluyendo a ex mandos cuyo comportamiento nada tuvo que ver con el nuevo proyecto de nación. Aparece indirectamente el Almirante Rafael Ojeda Durán, secretario de la institución durante el régimen anterior. Y es que dos de sus sobrinos políticos son primerísimos actores en las investigaciones relacionadas con el caso, especialmente el Vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna individuo que al parecer capitaneaba la banda responsable del todavía incuantificable daño al patrimonio social.
Este es el primer capítulo y ya se anuncian otros, considerando la solicitud de cuando menos doscientas órdenes de aprehensión que de concretarse, tocarán puntos sensibles del ambiente político y empresarial, sea que conoceríamos el lado sucio de personajes sin escrúpulos que aprovecharon su influencia para robar. Así de simple, no merecen otro calificativo que el de ladrones o delincuentes, que para el efecto no hay diferencia.
Es tan grave el problema que produce hasta suicidios, como el de Abraham Jeremías Pérez Ramírez, responsable de protección portuaria en Altamira. Un eslabón de la cadena que prefirió la falsa salida a la vergüenza de la complicidad. Triste para su familia e impresionante para la sociedad que sorprendida atestigua el giro de los acontecimientos.
¿Hasta dónde llegarán las investigaciones?. Es la pregunta que nos hacemos, mientras Claudia Sheinbaum insiste en que no habrá impunidad para nadie, y entendemos que menos para quienes se excedieron en sus funciones para colmar ambiciones ajenas a la confianza depositada en sus personas para el desempeño de cargos públicos.
Por lo pronto la oposición lame sus bigotes. En charola de plata reciben el banquete y lanzan ataques contra la 4T. Desde luego que el blanco favorito es AMLO al que culpan de proteger
la corrupción de algunos subordinados o de fingir desconocimiento de lo que pasaba en las aduanas terrestres y portuarias. En este sentido es del conocimiento casos descubiertos que dejaron muy mal paradas a autoridades de la frontera tamaulipeca, por ejemplo, pero poco o nada de consecuencias que valieran la pena.
Lo cierto es que, a pesar de la buena disposición de judicializar a los culpables, el tema en cuestión en mayor o menor medida afecta al gobierno de la Transformación. Ya le digo que la celebración proviene de la minoría rapaz que gratuitamente obtiene argumentos para desprestigiar al adversario. Toca ahora a Claudia Sheinbaum actuar en forma que no deje dudas de que la justicia se aplica sin distinciones. Y ni como negar que tiene en sus manos “una papa caliente” pero deberá actuar con el corazón frío caiga quien caiga. Es lo que espera y desea el ciudadano de a pie, es decir usted y el de la voz.
SUCEDE QUE
Jorge Romero Herrera es el dirigente el PAN a nivel nacional. Como todo joven que se precie de serlo a sus 46 años quiere cambiar al mundo. En este caso a su partido lo cual es imposible. Por principio cambiará el logotipo. También hay la intención de asignar candidaturas a no militantes y a personas populares en el barrio correspondiente. Por otra parte, es probable finalice la alianza con ese cadáver llamado PRI y lo que parece más difícil será “redefinir” los principios que dieron origen a la organización, aunque anticipa que seguirá defendiendo el neoliberalismo económico. Es opinión del columnista que, aunque lo vuelvan a cocinar el PAN seguirá siendo el mismo enemigo de la historia nacional, racista, traidor a la patria y sus instituciones y por supuesto, adorador de príncipes extranjeros. Antes lo fue de Maximiliano de Habsburgo, ahora lo es de Donald Trump. Y ni modo que sea invento.
Y hasta la próxima.
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