“¿RoRo eres real?” — “No, soy 100% inteligencia artificial… aunque muchos no lo crean.”
Con más de 33 mil seguidores en Instagram, música disponible en Spotify y una presencia cuidadosamente construida para entretener, conectar y mantenerse viral, RoRo Castillos se presenta como el influencer mexicano del momento.
Publica fotos hiperrealistas, baila en historias, promociona su música, y acaba de lanzar un nuevo pódcast donde habla abiertamente sobre temas LGBTQ+ y cultura digital. En redes sociales, se comporta como cualquier figura pública: seguro, simpático, provocador y siempre en línea.
Pero hay un giro: RoRo no es humano. Es completamente virtual.
¿Estamos viendo el futuro inevitable de los influencers en tiempo real?
RoRo es una inteligencia artificial diseñada específicamente para actuar como influencer. Su personaje combina varios roles: entrenador personal, DJ, conductor de pódcast y creador de contenido.
En sus mensajes y publicaciones, utiliza errores tipográficos, frases coloquiales y un lenguaje informal que lo hacen parecer increíblemente natural.
Su cuenta verificada en Instagram (@rorocastillos) ya suma más de 33.3K seguidores, y su música —una mezcla de reguetón futurista, pop electrónico y beats procesados— se encuentra en Spotify bajo el nombre Rodrigo Castillos.
Se presenta como un hombre de 32 años, originario de Chihuahua, Chihuahua, que actualmente vive en la Ciudad de México, con una identidad cuidadosamente diseñada para conectar con el público mexicano y latinoamericano.
Y aunque se especula que fue desarrollado por una compañía mexicana, la empresa detrás del personaje aún no ha sido identificada públicamente.
A diferencia de otros avatares generados por IA, RoRo no busca parecer perfecto: busca parecer real, incluso con sus defectos.
¿Estamos frente al inicio del fin para los influencers humanos?
La aparición de figuras como RoRo plantea una pregunta cada vez más difícil de ignorar:
¿Podrían los influencers de inteligencia artificial reemplazar a los de carne y hueso?
Las ventajas son claras: RoRo no envejece, no duerme, no se mete en escándalos y puede adaptarse a cualquier tendencia o formato digital. Genera contenido constante, personalizado, y logra interacción real con miles de usuarios que reaccionan a sus publicaciones, escuchan su música y comparten su contenido.
Para algunos, este tipo de personajes representan una evolución natural en el mundo de la influencia digital. Para otros, son una señal de alarma sobre la pérdida de autenticidad y conexión humana en redes sociales.
“RoRo no vende productos: vende atención y presencia digital perfectamente diseñada,” comentó un usuario en X.
“Y eso, en 2025, es más valioso que una selfie cualquiera.”
Se rumora que pronto RoRo lanzará su propia app de chat, con funciones de voz e interacciones más personalizadas. También se habla de presentaciones en vivo como DJ virtual y experiencias inmersivas diseñadas 100% con inteligencia artificial.
Lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción, hoy es una presencia real en el ecosistema digital: influencers que no existen, pero que se sienten más presentes que muchos humanos.







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